Por: Omar Chehade / El año 2019 no ha sido precisamente un momento bueno para el país. La economía entró en un período de enfriamiento y desaceleración, un ex presidente de la República preso en los Estados Unidos, otro que decidió meterse un tiro en la cabeza suicidándose antes de ser esposado y confinado en prisión, el desfile de otros líderes políticos con prisiones preventivas dictadas por el Poder Judicial.
Como si esto fuera poco, las peleas entre el ejecutivo y el legislativo que tuvo su episodio final con la polémica decisión del presidente Martín Vizcarra de disolver el Congreso de la República y convocar a nuevas elecciones para completar el período faltante. La inseguridad ciudadana fue pan de cada día, y los crímenes y asaltos se fueron multiplicando, en un año lleno de emociones y noticias fatídicas, entre ellas, varios feminicidios.
¿Qué podemos hacer los peruanos para cambiar este momento tan aciago? Está en nosotros mismos convertir lo peligroso en bendito, y mejorar no solo la imagen del país, sino fundamentalmente llegar al bienestar social que todos anhelamos.
Queda en nosotros construir el cambio de las estructuras fétidas y podridas que recibimos como lamentable legado de los últimos gobiernos de turno, y prosperar en todo orden de cosas.
Que las próximas elecciones del 26 de enero sean un punto de inicio de las reformas que todos queremos, y que los representantes elegidos por el soberano pueblo, se pongan de acuerdo en las necesidades prioritarias de los ciudadanos.
Sabemos que el 60% de la agenda parlamentaria será la reforma política, entre ellas el retorno del Senado, la eliminación de la inmunidad parlamentaria y eliminación del voto preferencial, democracia interna de los partidos políticos, el distrito electoral 27 (peruanos en el exterior) la silla vacía congresal, y la lucha anticorrupción.
Pero también hay tres temas pendientes: Derrotar la delincuencia en las calles, y sobre todo, mejorar la salud y la educación en el país. Lamentablemente la salud y la educación se han convertido en un lujo, en un privilegio, cuando en verdad deberían ser un derecho de todos los peruanos.
Que la salud y la educación sea universal para todos es una tarea pendiente que debemos priorizar desde el parlamento, ante la indolencia de los gobiernos y la clase política nacional. En el Perú quien está enfermo y no tiene dinero, se muere literalmente.
Por ello, además de universalizar los sistemas de salud, se debe ampliar fronteras en los medicamentos genéricos o bío equivalentes, porque cuestan el 10% de lo que vale el de marca, debiendo tener la misma calidad y eficacia.
Asimismo, si bien la SUNEDU, ha sido un paso importante para mejorar la calidad universitaria, ¿qué hay con el control de la calidad de los colegios?
Al pésimo sueldo de los maestros, se suman colegios de mediocre calidad. Hay entonces que priorizar la educación de nuestros niños, edad donde absorben la mayor cantidad de conocimientos, y que los mejores colegios estén al alcance de todas las familias peruanas.
(*) Candidato al Congreso por Alianza Para El Progreso con el N°1