Óscar Valdés Dancuart
Perú, desde la mitad del siglo pasado, ha experimentado grandes migraciones de peruanos desde las zonas rurales a las ciudades, principalmente de la costa, donde establecieron los asentamientos humanos de la época que desbordaron al Estado, como lo señaló José Matos Mar en su libro: “Desborde popular y crisis del Estado”, en los años ochenta.
Estos desplazamientos de personas han modificado totalmente la población electoral. Se crearon nuevos distritos y provincias. Los migrantes con su voto exigían a la clase política de ese momento: pistas, veredas, agua y desagüe. Estos candidatos por conquistar sus votos accedían plenamente a sus requerimientos. Luego, los inmigrantes se dieron cuenta que podían presentar a sus propios candidatos y no seguir dependiendo de los políticos de siempre. Este fenómeno se ha venido dando también en las regiones donde se ha gestado una nueva sociedad que ha reemplazado a la existente, en las principales ciudades de costa, sierra y selva.
Si queremos tener un ejemplo palpable de esta integración, podemos mencionar a lo ocurrido en el sur del país, especialmente en las regiones de Tacna, Moquegua, Arequipa, Madre de Dios y Cusco. Estas jurisdicciones se han visto ‘invadidas’ por migrantes de la región Puno, quienes hoy en día, tanto por la masa que representan como por su caudal electoral, han topado los cargos de autoridades políticas y por ende la burocracia local y regional.
Debemos hacer hincapié en que los inmigrantes puneños son muy trabajadores, emprendedores, ahorradores, aman el dinero y son muy austeros en sus gastos. En desmedro de ello, también, debemos resaltar su informalidad, su poca predisposición para pagar impuestos, su poco compromiso con el cuidado del ornato, su falta de respeto a las reglas de tránsito y su voto contestatario o rebelde en las elecciones. Este suceso reciente, en los comicios generales de 2021, ha hecho pensar a todo el país que su voto por Perú Libre se debía a su identificación con los comunistas. Es más, muchos alarmistas y desinformados daban por hecho que ellos era los rojos del sur. Algo muy alejado de la realidad.
Otro aspecto, que debemos destacar, es la informalidad que ha nacido producto de estas migraciones, en las distintas actividades económicas del país. Para citar dos ejemplos tangibles: la gran cantidad de ambulantes en el comercio y la minería ilegal que invade concesiones mineras y desplaza a los formales.
Hasta la fecha, ya fuimos testigos de su capacidad para penetrar y ‘apoderarse’ de los gobiernos locales y regionales del sur. Hoy debemos preocuparnos de su participación en la política nacional en las elecciones del año 2026. No nos olvidemos que en el anterior comicio, con su voto mayoritario de protesta, cambiaron todos los resultados predecibles por las encuestadoras y la prensa capitalina.
Finalmente, debemos reflexionar, convocar, dialogar y entender a todos los peruanos de esta “nueva sociedad”, principalmente la sureña, para incorporarlos en este largo camino de reconstruir nuestro querido y golpeado país, luego del nefasto paso por la presidencia de República de Pedro Castillo y Dina Boluarte con Perú Libre.
(*) Expresidente del Consejo de Ministros
