La inseguridad ciudadana en el país ha alcanzado niveles alarmantes. La población se encuentra y se declara insegura en porcentajes mayores al 70 %.
Esta amenaza real y constante a la que estamos expuestos los peruanos diariamente es el fiel reflejo de la inacción del Estado, a través de sus autoridades, quienes han demostrado, en los últimos años, carencia de liderazgo y desconocimiento de este particular problema.
Una de las causas más importantes de la inseguridad ciudadana es la falta de educación en todos los ámbitos y niveles. Si empezamos a analizar el proceso educativo podemos encontrar que a nuestros niños desde sus primeros años les impartimos conocimientos en Matemática, Lenguaje, Ciencia y Tecnología, etc. Sin embargo, no incluimos para nada los principios y valores que deberían ser la base de cualquier sistema educativo, enfatizando en el respeto y la decencia.
Por otro lado, si estamos retrasados en resolver problemas latentes de educación en nuestros niños, deberíamos preguntarnos si hemos educado bien a sus padres en su oportunidad, ya que, si adolecemos de ello, al no haber hecho la tarea en el pasado próximo de formarlos, poco podemos exigirles para que eduquen adecuadamente a sus hijos. Es decir, poco o nada podemos esperar de la educación de nuestros niños desde el hogar.
Respecto a la educación secundaria estamos como el cangrejo, hacia atrás. En 1974, se eliminó el curso de instrucción premilitar y educación cívica desapareció del plan de estudios por mucho tiempo. Estas materias eran pilares fundamentales para la formación moral de nuestros escolares. Cabe mencionar que debemos exigir que se reformulen en los programas de educación, tanto para primaria como secundaria, insistiendo en valores y principios.
En la educación superior es más de lo mismo. Esta se ha convertido en un negocio muy lucrativo, salvo honrosas excepciones, para los dueños de las universidades y politécnicos y si de valores y principios habláramos no habría nada que comentar porque son inexistentes y al no haber una planificación y una orientación vocacional adecuada nuestros jóvenes escogen carreras que no tienen demanda y estos centros superiores se convierten en fábricas de desempleados.
En resumen, si queremos resolver el problema de la inseguridad ciudadana debemos insistir en mejorar nuestra educación en todos los niveles en el corto, mediano y largo plazo.
Finalmente, lo que Perú necesita son mejores ciudadanos y menos policías y cárceles. Hay países en el mundo que al haber apostado por la educación de valores y principios no saben que hacer con su infraestructura carcelaria, ya que no existen presos que albergar, por la buena conducta de sus ciudadanos y la consecuente disminución de delitos cometidos.
Es tiempo que en Perú empecemos a planificar nuestro futuro basados en una educación de calidad y con un sistema educativo que separe la paja del trigo, excluyendo a los malos profesores que están ideologizados o carecen de una formación académica adecuada, al permitírseles enseñar sin haber pasado las evaluaciones de rigor. ¡Educación, siempre educación!
(*) Expresidente del Consejo de Ministros
