El presidente de la República es el más alto dignatario de la Nación. Todos esperamos de esta autoridad un liderazgo firme, hacia la consecución de los objetivos nacionales, y una conducta ejemplar, donde se haga notoria una transparencia en todos sus actos de Gobierno, en respeto a la voluntad popular que lo eligió.
En el Perú, hasta la fecha, no hemos tenido un mandatario que colme plenamente todas nuestras expectativas, en cuanto a honradez, integridad, capacidad de trabajo, inteligencia y coraje para la toma de decisiones, en situaciones de crisis; y solucione los problemas que afronta nuestro país.
Actualmente, tenemos una presidenta que no sólo no tiene las condiciones intelectuales y morales para gobernar, sino que da muestras de intolerancia al contestar con insultos a pobladores que protestan contra su conducta, al burlarse de las lágrimas de los pobladores afectados por los desastres naturales, sean inundaciones o incendios, y que les echa la culpa a los medios de comunicación de sus torpezas y errores en la conducción del Estado peruano.
Ante esta desatinada conducta y falta de liderazgo, la población reclama medidas eficaces para solucionar el problema de la inseguridad ciudadana que, con las extorsiones y asesinatos a través de sicarios, tienen en vilo a la población, llegando al extremo de impedir que los transportistas salgan a trabajar y por consecuencia, los trabajadores, totalmente desprotegidos por sus autoridades, no puedan asistir a sus centro de trabajo, creando un clima de desesperanza y frustración.
En resumen, tenemos una población frustrada y descontenta que está dispuesta a votar con revancha contra esta clase de personajes que no han demostrado poseer liderazgo y capacidad para dirigir el país, de allí que es muy importante que para estas próximas elecciones, en el 2026, tengamos la posibilidad de encontrar candidatos que no sólo nos muestren una buena hoja de vida, sino que también nos garanticen que pueden gobernar un país de inmensos recursos, que hasta la fecha no logra darle bienestar a su gente y eliminar la pobreza.
Es conveniente tener en cuenta que, en el mundo de hoy, el comunismo, socialismo o como quieran llamarlo, se ha convertido en una fábrica de pobres y ha llevado a países hacia la ruina, tenemos ejemplos claros en Venezuela, Cuba, Nicaragua y ahora Bolivia. Por otro lado, observamos que los países que han llevado una economía liberal, social de mercado han sido exitosos en disminuir la pobreza y conseguir bienestar para sus ciudadanos.
En el Perú, tenemos una Constitución que, desde el 1993 con su capítulo económico, ha logrado disminuir sustancialmente la pobreza, tanto así que durante el segundo gobierno aprista se logró reducir la pobreza del 50 al 20 %, debido a que se crearon las condiciones para incrementar la inversión privada y se generaron muchos empleos. Sin embargo, existen peruanos que quieren cambiarla cuando todos sabemos que tenemos una herramienta útil, un pacto social que funciona y que un buen presidente con liderazgo y conducta intachable debería aprovechar.
(*) Expresidente del Consejo de ministros