Por: Phillip Butters / Los católicos tenemos un Papa caviar, “socialistón”. Eso está clarísimo; es Jesuita, es el “PapaNegro” y ha tenido una serie de discursos bastante ambiguos sobre el tema de la homosexualidad y del matrimonio igualitario o matrimonio gay. Las declaraciones que ha vuelto a dar siguen siendo ambiguas y poco contundentes. Es parte de la labor papal evangelizar y predicar la palabra de Dios, y en la Iglesia hay dogmas, uno de esos es el matrimonio de hombre y mujer, y que la familia es dada con papá y mamá. Por supuesto, la Iglesia siempre tenía que estar en contra del aborto, pero con este Papa nunca se sabe. Tampoco ha sido claro cuando habla de la ideología de género, que es una “colonización mental”, porque es así el Papa Francisco. No es claro y contundente, como tampoco es claro y contundente para decir que en Cuba y Venezuela hay dictadura, además de no ponerse en contra de las violaciones de Derechos Humanos en los regímenes socialistas que tienen muertos de hambre a millones de católicos en el mundo.
Que el Papa haya dicho que “la gente del mismo sexo tiene derecho a vivir en familia y a tener una protección patrimonial sobre sus bienes y sus sucesiones”, no es nada nuevo, ya lo dijo varias veces. Es la primera vez que lo dice como Papa. Eso de vivir en familia es lógico, se refiere a la familia natural; es decir, a sus padres, sus hermanos, tíos y primos. Y como es evidente, nadie puede excluir de la familia a una hija, tía o prima que resulta lesbiana, o a un hermano o primo que resulte homosexual. Por eso no lo vas a echar de tu familia. Eso es algo elemental de solidaridad personal y de comprensión y caridad humana el querer a una persona, al margen de sus preferencias sexuales o de lo que haga con su vida privada. El tema es cuando la gente cree, especialmente los del LGTBI, que el Papa está bendiciendo un matrimonio gay. La “Unión civil Contractual” es un contrato privado que se hace en una notaría, no en una municipalidad, ni es motivo de jolgorio religioso, porque es un contrato civil. Dicho sea de paso, el Papa tiene que darse cuenta que tiene que fijarse en lo eclesiástico, no en lo civil. Pero dicho esto, la “Unión civil contractual” con la que yo me he manifestado en mil ocasiones de acuerdo, es un contrato en el cual dos personas del mismo sexo, con o sin amor, con o sin sexo, pueden compartir su patrimonio y tener derechos sucesorios y hereditarios. Esto no colisiona con el derecho civil, y no debería chocar con el derecho de familia o con el derecho de sucesiones. Es decir ¿Qué pasa con alguien que “salió del closet” (para ser más claro) y que ya tiene hijos? ¿Qué pasa con su patrimonio, con sus hijos? ¿Quiénes heredan y quiénes no? Eso es todo.
Respecto a las adopciones, acá en el Perú la cosa es muy clara. Los solteros pueden perfectamente adoptar. Es decir, las lesbianas o los homosexuales pueden adoptar. Lo que pasa es que no les interesa. Vayan al INABIF y se darán cuenta que no hay solicitudes de esa índole, y absolutamente nadie se ha quejado porque le impiden adoptar un niño, que a la hora de la hora es un acto de amor, siendo gay o lesbiana. El tema es simple. Lo que pasa es que el mundo gay lo quiere volver un sacramento. Eso nunca va a pasar, ni con este Papa que es caviar o “socialistón”, porque el matrimonio es entre hombre y mujer, es totalmente diferente, inclusive a un matrimonio civil. Reitero que estoy absolutamente en contra de la gente que discrimina a otra por haber tomado una opción de vida que a la hora de la hora ni siquiera creo que es opción, sino es solo un acto natural. Pero, señores, el matrimonio es para hombre y mujer. La “Unión Civil Contractual” la podrían legalizar en el Perú mañana mismo. Eso sí, que paguen sus impuestos, el seguro facultativo, que paguen lo que tengan que pagar y que cumplan con el César, es decir el Estado. Y Dios es Dios, algo que tiene que recordar siempre nuestro Papa, porque a veces se le olvida.