Por si algunos de los amigos lectores de LA RAZÓN no lo recuerdan, pero durante muy buena cantidad de años, por lo menos ocho o nueve, el suscrito se dedicó al periodismo deportivo.
Como era obvio, estaba imbuido en todo lo que pasa en el campeonato local, en la vida de lo que pasaba en Alianza, la U, Cristal, la selección peruana de fútbol, la Champion League, la Copa Libertadores, y como era en ese momento bastante popular y reconocido, tuve una serie de galardones en programas como Impacto Deportivo, por Radio Star, estuve también en Red Global, en 1160 Radio Noticias, me fue bastante bien en Canal N con un programa que se llamaba “Al ataque”, en Canal 2 con “El especialista”.
Pero pasaron los años y me harté de la incompetencia de Delfino, de Lombardi, de todas las veces que nos fue mal con Markarián o pésimo con diferentes entrenadores de la selección, la juerga, los fracasos de Pizarro, los engreimientos de los jugadores y simplemente me dejó de importar lo que pasaba con la U, con Alianza, con las quiebras, con la cantidad de desmanes que habían dentro y fuera de las canchas, y llegó un momento en que dije “hasta aquí llegué”.
En el supuesto mejor momento de mi carrera dejé el periodismo deportivo, es más, en determinado fui a un partido de fútbol, un clásico en el Monumental que me pareció tan malo, que para serles sincero nunca más he vuelto a ver un partido de fútbol, ni siquiera un resumen.
Hoy por hoy no sé quién juega en Alianza, la U o Cristal, y veo muy pocos partidos de la selección, salvo cuando va al mundial o juega eliminatorias. Pero la verdad es que ya no tengo el más mínimo interés. Tengo un desarraigo, deje de ser fanático del fútbol y veo esporádicamente partidos del Liverpool, del Barcelona o del Milán.
No sé qué es lo que está pasando hoy ni siquiera con el fondo blanquiazul, que entiendo que es una desgracia y ha llevado a Alianza al descenso.
Me pregunto si algún día me pasará lo mismo, que lo que me ha pasado con el fútbol me pasará con la política. Pero eso lo veo más complicado, es la podredumbre que estamos viviendo. La cantidad de corrupción por el caso “Lava Jato”, el “Club de La Construcción”, la absoluta sinvergüencería de Vizcarra, la incompetencia absoluta para la cosa pública del Gobierno actual, del Partido Morado y de Sagasti, del sádico de Zamora y la falta de escrúpulos que está mostrando últimamente la señora Mazzetti con el simple hecho de haber mentido con respecto a las pruebas moleculares, mentido con respecto a las pruebas de las vacunas, el ocultamiento de los muertos.
Me pregunto si algún día llegaré a ser tan indolente con la política peruana, que me deje de importar el cuerpo, vida, salud de mis congéneres, de las enfermeras con las que me identifico porque una de ellas es mi mamá. Con las Fuerzas Armadas y Policiales que yo siento como mía porque me salvaron la vida tantas veces, espero que nunca tenga ese desarraigo, que nunca me deje de importar la vida de los seres humanos.
Por Dios que espero que eso nunca me pase.
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