Entre los años setenta y ochenta del siglo pasado el Banco Central de Reserva del Perú (BCR) fue repudiado por gran parte de la población. Las protestas frente a su local eran frecuentes. “¡Aquí están, estos son, los que joden al Perú!” era uno de los gritos más repetidos.
En 1980, Richard Webb fue elegido presidente del BCR, pero el Senado rechazó la elección de Felipe Cebrecos como director. Manuel Ruiz Huidobro, entonces asesor técnico de la gerencia general, propuso gestionar la reconsideración del acuerdo. Algunos altos funcionarios del banco despreciaron su ofrecimiento, pero Webb lo aprobó. Ruiz Huidobro fue al Congreso, ingresó al hemiciclo y habló con el presidente Oscar Trelles, y luego con Mario Polar Ugarteche. Transcurrieron un par de horas y el Senado aprobó la elección de Cebrecos.
Varios meses después Richard Webb le dice a Ruiz Huidobro: “Con una inflación de 70% y tasa de interés en 5%, nadie ahorra y no hay créditos. Hay que elevar la tasa de interés, pero eso tiene que aprobarlo la Cámara de Diputados. Solo cambiando eso puede haber acuerdo con el Fondo Monetario. Manuel Ulloa lo viene intentando desde hace tres meses, pero no lo ha conseguido. Tu lograste la elección de Cebrecos. ¿Me puedes ayudar en esto?”.
Dos semanas después, cuatro comisiones ordinarias y ambas cámaras aprueban los cambios. La variación de los intereses ya no será competencia de la Cámara de Diputados sino del BCR. No es lo ideal, pero, en esas circunstancias es un paso gigantesco en el proceso de liberar la economía.
Nombrado asesor de la presidencia, Ruiz Huidobro gestiona y consigue –me consta personalmente– la aprobación de decenas de leyes que contribuyen a que el BCR cumpla mejor con sus funciones y competencias. Además, abre museos en locales históricos del BCR; rescata la historia del Colegio Máximo de San Pablo –la universidad más importante de la América virreinal– y restaura su patio en el actual local del BCR. Pero, sobre todo, organiza reuniones de Webb con los principales líderes políticos de la época: Luis Bedoya Reyes, Luis Alberto Sánchez, Ramiro Prialé, Armando Villanueva, Ernesto Alayza, Gastón Acurio, Rómulo Zamalloa, Alfonso Barrantes, Carlos Malpica, Horacio Zevallos, Enrique Bernales, y encuentros de economía en diversas regiones del país, a los que asisten más de 170 parlamentarios y decenas de empresarios y reconocidas personalidades públicas.
Ahí se empiezan a presentar los mapas regionales de pobreza. El BCR pasa a ser respetado y hasta querido por los líderes nacionales. Y cada año, en la Ley de Presupuesto, se le aprueban ciertos márgenes de autonomía hasta que, en 1993, la Constitución reconoce su plena autonomía. Los logros y éxitos del BCR se deben, pues, en parte al régimen legal y constitucional promovido por Ruiz Huidobro.
PPK promueve a Óscar Dancourt y Gonzalo García Núñez (QEPD), como directores del BCR. Casi de inmediato se convierten en antagonistas de Richard Webb y consiguen despedir al gerente general Henry Barclay y a varios gerentes. Como no logran la renuncia de Webb, a pedido de García Núñez, despiden a Ruiz Huidobro, y Webb renuncia por solidaridad moral.
Luego de 32 años en el BCR, no solo no le hacen ningún homenaje a Ruiz Huidobro. Lo despiden vilmente, sin jubilación, ni seguro de salud. Durante mi gestión como director intenté que se corrigiera la injusticia. No lo conseguí. Todavía se puede hacer. (Publicado en El Montonero)