Ironías de la vida, de la política y del Perú que tenemos que sobrellevar en silencio y con vergüenza, como si nada malo estuviese ocurriendo, como si nada grave nos hubiera sido anunciado, porque hoy jueves 28 de julio, es un Día de los Inocentes, de esos que nos hacemos bromas hasta antes del medio día, porque parece que es momento de jugar con la realidad, antes que hundirnos en la angustia permanente del moribundo que no resiste la enfermedad de la sumisión.
Hoy 28 de julio, está de presidente de la República alguien que ha traicionado todo concepto del honor, de la verdad y la dignidad. Hoy 28 de julio también están los que han traicionado sus deberes y han olvidado sus derechos de representación y control sobre el poder, haciendo del Congreso una caja de resonancia de lo absurdo que puede ser jugar con la democracia y la libertad, antes que servir con transparencia y eficiencia a la sociedad que los eligió, al país que les permitió ser sus representantes.
No hay Fiestas Patrias que celebrar, no hay Desfile de las Fuerzas Armadas que congregue a pobres y clases medias a lo largo de calles y avenidas en días fríos y de garúa, colmados en el aplauso caluroso de un pueblo con orgullo por su Bandera.
Hoy tenemos el gobierno más miserable, podrido y engatusado al delito que se pueda conocer, hoy tenemos el Congreso más destructor de la República y de las libertades que nos podrían fortalecer. Hoy tenemos gobiernos regionales desesperados por robar y esquilmar recursos, gobiernos locales convertidos en guaridas de aprovechadores de los tributos de los vecinos. Y contemplando todo este cuadro dantesco, un pueblo cobarde que se calla, que mira de costado, que no se arrepiente de sus errores y de sus votos y que repite como un disco rayado: “no hay nadie que haga algo”, cuando la respuesta y el poder residen en el pueblo.
Hipotecados a la corrupción y la impunidad, debemos prepararnos además para que antes de fin de año, renovemos a los ladrones de los gobiernos regionales y locales, por otros de igual o peor especie seguramente, no lo sé, no quiero ni imaginarlo.
Como ven, como leen, no es una descripción de ningun drama de este 28 de julio de 2022, es la realidad aceptada y aceitada, aplaudida y redimida. ¿No es verdad?
Todos los precios de los alimentos y medicinas siguen subiendo, el empleo precario crece mientras el trabajo con derechos y dignidad desaparece. Las leyes se siguen haciendo herramientas de chantaje y extorsión contra la iniciativa privada, se destruye el ahorro para las pensiones de jubilación, se castiga el emprendimiento con más y mayores impuestos, el robo es parte del aire que se respira y los delitos se premian desde el gobierno, protegiendo la fuga de los que usurpan funciones públicas.
Todo sigue peor, ya no es igual, hoy es 28 de julio, no es Día del Perú.