Enero es un mes de dolor para los azerbaiyanos y este año conmemoran el 35º aniversario de la tragedia del 20 de enero, cuando las tropas soviéticas ingresaron a Bakú para sofocar el independentismo y las protestas contra la anexión de Nagorno Karabaj -región internacionalmente reconocida como perteneciente a Azerbaiyán- por parte de Armenia.
En esos años dramáticos por la implosión de la Unión Soviética, varias repúblicas soviéticas, entre ellas Azerbaiyán, buscaban la independencia, El entonces presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov envió tropas al país para sofocar a los insurrectos independentistas y restaurar el dominio soviético, causando la muerte de cerca de 150 y más de 800 heridos azerbaiyanos.
Ese penoso acontecimiento encendió la llama independentista, fortaleciéndose el Frente Popular de Azerbaiyán, que multiplicó los mítines y las protestas, hasta que logró su soberanía el 30 de agosto de 1991.
Gorbachov pensando que iba a restaurar el orden en Azerbaiyán y dar el ejemplo así para evitar la desintegración de otras repúblicas soviéticas, causó el efecto contrario, aumentando las críticas internas por el uso excesivo de la fuerza, dañando la imagen internacional de la URSS y, como mencionamos, acrecentando el independentismo azerí.
Cabe destacar que en ese tenor Armenia agrava la tensión por querer apoderarse de Nagorno-Karabaj, un territorio históricamente azerbaiyano, que luego de dos guerras y la intervención militar azerí final de 2023, Karabaj volvió justicieramente al territorio patrio.
Al respecto, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, está destinando cerca de 10 mil millones de dólares para la reconstrucción de ese territorio devastado por los armenios. Hemos sido testigos privilegiados de los estragos causados por los armenios en Karabaj, quienes, aunque afirmaban que era su territorio, no hicieron nada por desarrollarlo, porque en realidad sabían que no era suyo. Arrasaron con las mezquitas, los palacios de los kanes, teatros, pueblos y cementerios, para borrar todo vestigio islámico.
Y también entrevistamos a refugiados azeríes, quienes contaron todo su sufrimiento, así como las matanzas y violaciones de los derechos humanos cometidas por los armenios contra ellos. Sus pueblos en Karabaj esperan su retorno una vez finalizada la reconstrucción.
Azerbaiyán es una potencia en el Cáucaso y una influencia significativa en el Movimiento No Alineado. Durante la pandemia de COVID-19, tuvo una participación crucial en la promoción del acceso equitativo a las vacunas.
Es un país próspero y democrático, con una economía en crecimiento y diversificada, reduciendo su dependencia del petróleo y el gas, y promoviendo sectores como el turismo, la agricultura y la tecnología, así como invirtiendo en energías renovables.
Ha desarrollado una infraestructura moderna, con una impresionante arquitectura que fusiona lo antiguo con lo moderno. Además, Azerbaiyán ha destacado en el ámbito cultural y deportivo, organizando eventos internacionales y promoviendo su patrimonio cultural. El país también ha mostrado un fuerte compromiso con la sostenibilidad y la protección del medio ambiente, implementando políticas ecológicas y proyectos de energía verde.
Insistimos al Gobierno peruano a que reabra nuestra Embajada en Bakú, la cual fue irresponsablemente cerrada por recomendación de una embajadora novel, hoy fuera del Servicio Diplomático activo. Azerbaiyán es geopolíticamente estratégico, con un gran suministro energético global que puede brindarnos apoyo tecnológico y cooperación en ese sector, especialmente en proyectos de energías renovables. Además, puede atraer inversiones e incrementar el intercambio comercial, fortaleciendo así los lazos bilaterales.
En fin, todos los azerbaiyanos se preparan para conmemorar la fatídica fecha del 20 de enero. Como se sabe, es un día de «luto nacional» decretado por el entonces presidente Heydar Aliyev. Es un día de oración y de honra a los mártires, así como de afianzamiento del independentismo.
(*) Premio mundial de periodismo “Visión Honesta 2023”