Ricardo Sánchez Serra
Lima necesitaba un alcalde proactivo y lo tiene: Rafael López Aliaga. En lo material y en lo espiritual. Como prevención a los estragos que podría causar el ciclón “Yaku”, dispuso la creación de albergues en diversas zonas de Lima para los pobladores que podían ser afectados por la emergencia climática, además de organizar a miles de voluntarios y limpieza de los ríos Rímac y Huaycoloro.
Esto último es una cruzada contra el tiempo, que aunque buena a último minuto, bien vale la pena mencionar que la limpieza de las cuencas debe realizarse entre agosto y noviembre. Todos los burgomaestres deben tener en cuenta ese detalle, porque después es “llorar al río”. Esta es una situación sui generis, porque los nuevos alcaldes y gobernadores recién ingresaron el 1 de enero de este año.
En lo espiritual, López Aliaga -creyente y hombre de profunda fe- hizo la invocación para que los ciudadanos lo acompañen a rezar para que los efectos del Yakú no sean tan catastróficos y con costos sociales dramáticos…. Hay que recordar que Lima es religiosa, esto no solo se demuestra por la procesión más grande del mundo: el Señor de los Milagros, sino por haber votado por un alcalde con convicciones religiosas manifiestamente pública.
Sin embargo, gente irrespetuosa e ignorante y con escaso conocimiento de la tradición religiosa de Lima, se mofó de López Aliaga por invocar a Dios. Es la intolerancia que hace daño, de envidiosos, que perjudican y no mueven un dedo por mitigar los desastres y ayudar a los más pobres.
A estos necios debemos recordarles que en el siglo XVII un huracán se dirigía directamente a Puerto Plata (República Dominicana), la gente oró incansablemente y con mucha fe. Se apareció Santa Rosa de Lima y desvió el huracán. Por eso en esa ciudad hay parroquia y centros educativos con su nombre.
De otro lado, López Aliaga, coherente a sus principios y cumpliendo su promesa renunció a su sueldo en una demostración de su verdadera vocación de servicio. Ejemplo a seguir para mucho opinólogos subsidiados por esas ONGs ideologizadas, entre otros.
Renovación en Miraflores
Seguro que habrá muchos alcaldes proactivos y con deseos de renovar la clase política, pero nos referiremos asimismo al alcalde de Miraflores, Carlos Canales Anchorena. El primero de enero cortó con el contrato que permitía el abuso de las grúas en Miraflores, que era uno de los principales negocios lucrativos para el municipio.
Según informes periodísticos eran 120 vehículos diarios llevados al depósito municipal y según el propio comunicado de la Municipalidad: “sé cumplió con exceso el monto de recaudación”. Este fue un primer aviso que manifestaba la recuperación del principio de autoridad y justicia desde el primer día de gestión.
Entre sus primeras acciones reforzó también la seguridad del distrito, pues el propio Canales se reunió con el ministro del Interior y altos mandos de la Policía Nacional del Perú a fin de sumar esfuerzos en la lucha contra la violencia política y la delincuencia común.
Se acabó también la anarquía de los locales nocturnos que bajo la fachada de restaurantes operaban como discotecas. La ciudad vivía en zozobra por los ruidos molestos de los restobares, que no dejaban dormir a los vecinos y clausurando conocidos locales. Se acabó toda esta mafia cuya fiscalización dejaba mucho que desear, en determinados casos. No podríamos asegurar que hubo complicidad de algunos funcionarios ediles, pero de que hubo vista gorda, la hubo.
Con una eficiente y decidida labor del actual gerente de Fiscalización, Fernando Martínez, del subgerente de Comercialización, Martín Mateus, del gerente de Autorización y Control, Alberto Bajak Miranda, y con todo un equipo de funcionarios cercanos a los vecinos, Miraflores recupera la paz, la tranquilidad y las buenas costumbres, basadas en un principio civilizado de convivencia entre lo comercial, lo residencial y lo turístico que caracteriza este distrito icónico.
Seguramente las mafias que se acostumbraron a operar con impunidad, buscarán socavar esta gestión y a sus funcionarios con amenazas de juicios, amedrentamientos, sobornos, para volver a su desorden, pero se ha visto que la nueva gestión de Miraflores no se casa con nadie. La ley es para todos. Un claro ejemplo fue el cierre de Larcomar en un primer momento y actualmente el cierre y reordenamiento del mercado Santa Cruz, por no cumplir con los protocolos de seguridad.
Ya lo dijo el actual alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, que lidera el partido Renovación Popular: “desde el primer día, cero corrupción”.