Por la compra de 24 aviones de guerra se está llegando a un debate estéril y dañino, inconveniente para una sociedad como la peruana, que se hunde aún más en la división y la intolerancia.
Los peruanos nos unimos ante la derrota del terrorismo, Sendero y MRTA y otros grupos asesinos, nos unimos ante los símbolos y héroes como Grau, Bolognesi, Cáceres, Quiñones, Ponce, celebramos los aniversarios de las Fuerzas Armadas; y, a la vez, despotricamos de la autoridad, nos enfrascamos en debates políticos con bajeza y afán de destrucción, en lugar de ser alturados, docentes y decentes. Se enseña como si fuera normal ofender a la presidenta, vilipendiar al Congreso, buscando su cierre, como si no fuera necesario en una democracia. Asimismo, el Poder Judicial y el Poder Electoral se desprestigian solos, con fiscales y jueces figurettis, que ojalá fueron solo esos, pero actúan no jurídica sino políticamente, y se observa la injusticia que cometen “para mis amigos todo y para mis enemigos la ley”, y los entes electorales, necesarios, por cierto, pero ideologizados, manchados por falta de transparencia, y, sin embargo, apoyados por algunos entes extranjeros, a espaldas de la percepción de los peruanos. Y, más todavía, el tema de género y la imposición de sus “costumbres” de las minorías sobre las mayorías.
Dicha esta introducción, la discusión sobre la compra de armamentos, se encuentra en esta fatalidad anímica, ilógica e irracional. No se piensa con el cerebro, sino con el hígado. ¿Es necesaria la compra? Sí, pero vayamos por partes, como diría Jack El Destripador.
¿Es necesaria la compra en este momento? Salvo en guerra, nunca se verá imprescindible en algún momento.
Tampoco hay que esgrimir argumentos banales para desacreditarla y menos utilizar la demagogia, tan frecuente hoy en día. Ejemplo de esto es “hay hambre y falta infraestructura, no hay seguridad, eso dinero debería dedicarse a…”. Eso es populismo. Hay otros presupuestos, pero los US$ 3,500 millones están dedicados para las FF. AA y no se le han quitado a nadie.
Tampoco estoy de acuerdo, que el ministro de Defensa Walter Astudillo señale como traidores a la Patria a los que se oponen y que le respondan “que ese gasto es una locura, es traición a la patria gastar US$ 3,500 millones en algo que el Perú no necesita cuando tenemos necesidades de la población absolutamente insatisfechas…”.
No estoy de acuerdo, menos aún, que el ministro afirme que la compra se hará y no hay discusión. Eso es soberbio e intolerante. Y tampoco que Astudillo tenga que explicar ante el Pleno del Congreso los detalles, los temas de seguridad nacional, que están detrás de la compra. Eso no se ventila.
Otro detalle, que sería necesario que se aclare. ¿La compra del material de guerra está pasando por el filtro de la Agencia de Compras de las Fuerzas Armadas (ACFFAA)?
Si no es así, tendría mucho que explicarse. La ACFFAA se creó con la buena intención de centralizar todas las compras militares, y que debería incluir también las de la Policía Nacional del Perú, que no se pudo concretar por falta de decisión política y resistencia de los altos mandos policiales. Por ello, ahí se puede comprobar la compra mamarracha y felizmente fallida del Antonov, modelo AN-178, un avión ucraniano prototipo y que fue una compra antitécnica, y que ni siquiera fue consultada a los especialistas de la FAP.
La ACFFA es un organismo técnico dedicado solo a ello, sin distracciones del servicio y sin la intromisión jerárquica militar, obediencia debida, ascensos o retiros de por medio, ni todo ese lenguaje que rodea a los militares. Dicha agencia evita, en las compras, la corrupción de malos funcionarios; y realiza las compras corporativas con una economía de escala, es decir, ahorrando y evitando que cada institución compre por su lado y que resulte más caro para el Estado.
LA ACFFAA en la lucha contra la corrupción tiene un sistema antisoborno; y se ha demostrado que su accionar es técnico, honesto y transparente.
Justamente se crea esa Agencia, reitero, para evitar, además, que cada institución militar realice las compras directamente y, a veces, hay inconveniencias como que dicha Agencia autorice que las instituciones hagan sus compras con una resolución jefatural. Eso de delegar, está en el límite de la legalidad e ilegalidad. Pero, para evitar ello, tendría que reestructurarse su Directorio.
Está claro que la Agencia le da un gran valor agregado al sector Defensa en sus adquisiciones, más aún en épocas de tantos cuestionamientos y la alta percepción de corrupción en las compras públicas. Es destacable que dicha institución implementara el sistema de catalogación para la Defensa, alineado con el de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Volviendo al tema en cuestión, que debe pasar por la ACFFAA, es mi opinión que, con el dinero destinado a la compra de cazas, debe utilizarse una parte a dicha compra, igualmente, adquirir los aviones de transporte iguales a los que ya tenemos y helicópteros -y que sirven para defensa civil- e ir reflotando y modernizando los poderosos Mig-29 y los Sukhoi Su-25. No digan como excusa que no se puede, porque sí se puede. En este sentido, hay toda una infraestructura en el tema del armamento ruso. Sería torpe y sospechoso que los quieran “vender” como chatarra, porque no lo son. ¡Transparencia señores!
(*) Premio mundial de periodismo “Visión Honesta 2023”