Por Ricardo Sánchez Serra
Cuando el destacado internacionalista Miguel Ángel Rodríguez Mackay asumió la cartera de Relaciones Exteriores, muchos se preguntaron “¿cómo, no era de oposición?” y recibió constantes ataques de los caviares y comunistas, que aparte que consideran a esa cartera su feudo, no era de su línea ideológica y malograba sus ambiciones.
También la considerada derecha pegó en el grito en el cielo y se escandalizó, en su creencia que nadie debe apoyar a este Gobierno, porque Castillo debe caer.
Mucha gente no comprende que cuando la Patria te llama debes acudir a cooperar, no importa el precio de tu prestigio. Y eso hizo Miguel Ángel, que, aplicando su sabiduría en el tema del derecho internacional y relaciones internacionales, aportó sus convicciones y defendió sus principios.
El Perú no tiene más que agradecer sus servicios y el presidente Castillo reconocer que hubo un relanzamiento de la Cancillería, muy anquilosada por los continuos cambios de ministros, alejada de su tradición y cegada por la ideología de izquierda.
Lo primero que hizo fue poner las cosas en orden, como reforzar las relaciones con Marruecos, afectadas por un reconocimiento a la seudo República Saharaui, que no existe, que afectaba el respeto a las fronteras y el trabajo de las Naciones Unidas.
En su visión de unidad latinoamericana, se proyectó en que Chile y Venezuela vuelvan a la Comunidad Andina de Naciones (CAN), y que la integrara también Argentina. Que la CAN y el Mercosur se acerquen más. Hay muchos otros proyectos que deslizó Miguel Ángel y que sería largo exponer.
Lo que muchos timoratos se morían de miedo en abordar, era que el Acuerdo de Escazú, debe estar bien archivado, porque afecta la soberanía y las inversiones en el Perú; y que nuestro país debe adherirse a la Convención del Mar (Convemar), pues no integrarla perjudica los intereses nacionales, el estudio de los océanos, etc. Lo primero escandalizó a la izquierda ignorante y lo segundo anidó a los patrioteros que relucieron sus más bajas pasiones demagógicas.
Desgraciadamente estos temas son muy técnicos y los demagogos hacen de las suyas con clichés como “están asesinado los defensores de la Amazonía, hay que protegerlos con ese acuerdo” o “quieren mutilar el mar de Grau”.
Miguel Ángel tomó el toro por las astas, pero ya los demagogos habían ganado espacio y los envidiosos caviares y comunistas tenían su serrucho eléctrico para buscar remplazarlo y provocar su dimisión.
Me pregunto ¿qué bajo personaje tiene el presidente Castillo que mueve su cuna, y que lo hace enfrentar abiertamente a su ministro? El presidente está advertido que volver al pasado, en el tema, por ejemplo, de la seudo Rasd, ya es desafiar claramente a Marruecos, miembro destacado de la Liga Árabe e influyente país africano. ¿Sabrá el mandatario que no se está tratando el tema del desierto del Sahara?
El asunto de la Convemar, volverá al silencio y el Acuerdo de Escazú seguirá archivado en el Parlamento.
Miguel Ángel Rodríguez Mackay se va con la frente en alto, orgulloso de defender sus creencias, sus sólidos principios y los más caros intereses nacionales. ¡Cumplió con su deber!