Un sabor amargo nos dejó las conversaciones entre el denominado Occidente y Rusia con respecto a Ucrania y el despliegue de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia las puertas de Moscú.
Fueron tres reuniones -por separado- en una semana, de Estados Unidos, la OTAN y la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) con Rusia, en las que no se pusieron de acuerdo en nada, pero que muchos analistas elogian porque por lo menos se dejó el diálogo abierto.
Ninguno de los antagonistas quiere respetar las “líneas rojas” del otro. EE. UU. amenaza a Rusia con más sanciones si invade Ucrania y pide el retiro de su más de cien mil soldados que bordean la frontera. Moscú, por su parte, asegura que no invadirá Kiev y que sus soldados se encuentran en su territorio.
Además, Rusia exige garantías por escrito que la OTAN no se expandirá más en Asia, en Georgia y Ucrania. Esto Occidente lo considera chantaje. Habría que recordar que en la década de los 90 del siglo pasado, la OTAN prometió a Rusia que no se extendería hacia sus fronteras. No cumplió y hoy la integran treinta países.
Las reclamaciones rusas tienen validez, por ello el presidente Vladimir Putin expresa que el despliegue de la Alianza Atlántica hacia sus fronteras y con armamento sofisticado es una amenaza a la seguridad de su país. Y pregunta ¿cómo se sentiría EE. UU. si se desplegara misiles en Canadá o México?
Incluso, el jefe de las negociaciones rusas con EE. UU. y los europeos, el vicecanciller Dmitri Riabkov, esbozó la posibilidad de desplegar tropas en Venezuela o Cuba, expresión que no fue negada, ni confirmada por el canciller Serguéi Lavrov. Por lo que se ve, la paciencia rusa se está agotando.
Moscú, incluso, anunció que rompería relaciones si le aplican más sanciones. Todo indica que se volvería a la guerra fría.
El historiador colombiano, Juan Camilo Vergara, afirma que Occidente ha fabricado una imagen estereotipada sobre Rusia y que por siglos muchos escritores europeos han mostrado a los rusos como agresivos, crueles, deshumanizados, así como los romanos se expresaban de los bárbaros.
Y sentenciaba: “Deben entender que atacar más o arrinconar a Rusia, más agresiva se vuelve. Las cancillerías occidentales ignoran de qué está forjado el espíritu ruso”.
¿Por qué no se ve a Rusia como amigo, como europeo y se le empuja a que se alíe con China? ¿Por qué Europa no recuerda que Rusia la salvó de Napoleón y de los nazis? Y si hablamos de Occidente y sus valores, es Rusia la que más los ha adoptado.
(*) Analista en temas internacionales.