El gobierno turco de Recep Erdoğan ha sido acusado por violación de los derechos humanos, asimismo por perseguir a la oposición y desmantelar protecciones de derechos humanos y normas democráticas. Reprime a los críticos del gobierno, incluyendo periodistas y activistas. Ha sido condenado por Human Right Watch, el Comité para la Protección de los Periodistas (señaló que “Turquía es uno de los mayores carceleros de periodistas en el mundo”), Amnistía Internacional, diversos organismos de la ONU, incluyendo la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos.
El movimiento Hizmet, también conocido como el movimiento Gülen, que es la organización cultural y religiosa más pacífica del Islam, fue acusada de subversiva por Erdoğan y de supuesta participación en el autogolpe de 2016, por lo que es considerada una “amenaza para la seguridad nacional”.
El gobierno turco expropió más de mil escuelas privadas y universidades, gran parte pertenecientes a Hizmet, que si uno conoce de cerca a sus miembros se darán cuenta que son muy religiosos, pacíficos, intelectuales y virtuosos. Sin embargo, Erdoğan ha llevado a cabo arrestos masivos, detenciones y hostigamientos contra sus miembros y simpatizantes.
A los que pudieron huir del país, Erdoğan los persigue y secuestra, acciones que han sido condenadas por organizaciones internacionales de derechos humanos. Hubo casos de secuestro y extradición en Pakistán, Malasia, Kenia, Gabón, Kosovo y un frustrado intento de secuestro en Mongolia. En este país, en 2018, miembros del servicio de inteligencia turco (MIT) doparon al educador Veysel Akçay y cuando lo trasladaban al aeropuerto, la policía mongola los interceptó y abortaron el secuestro.
En EE. UU. sobornaron con 15 millones de dólares a un general para que secuestre al hoy extinto líder de la agrupación, el imán y erudito efendi Fethullah Gülen.
Los países que han rechazado la extradición solicitada por Turquía debido a la falta de pruebas suficientes y preocupaciones sobre los derechos humanos en Turquía, incluyendo la falta de garantías de un juicio justo y acusaciones de tortura, son Alemania, Suecia, Brasil, EE. UU., Gran Bretaña, Panamá y el Perú en febrero de 2023.
Erdogan ganó las elecciones presidenciales de Turquía en 2023 con 52 % de los votos, frente al 48 % de su oponente Kemal Kılıçdaroğlu, en unas elecciones muy polarizadas. Ya tiene 21 años en el poder. ¿Por qué no tiene la grandeza de unir su país y dejar de perseguir a sus opositores, encarcelarlos y torturarlos?
El poder no es para toda la vida, debe verse en el espejo de Bashar al-Assad. Debe pacificar el país para derrotar eficazmente a los terroristas de PKK y el ISIS. Debe dejar atrás las purgas masivas en el sector público, despidiendo a miles de jueces, profesores, policías y otros funcionarios. Debe empezar una era de diálogo, lo contrario no le hace bien a Turquía. Todavía está a tiempo.