George Orwell, poco después de concluir la Segunda Guerra Mundial en 1946, publicó la famosa novela futurista que marcaría el siglo XX: «1984». Este libro ha sido uno de mis favoritos; lo he leído más de diez veces en diversos contextos, desde que tenía solo 12 años. La genialidad de Orwell radica en las frases que inventó, como «Gran Hermano», «doble pensamiento», «Neolengua» y la «Policía del Pensamiento», todas satíricas, pero imaginadas desde la realidad de los totalitarismos. Orwell ambientó «1984» en Londres, para crear una versión del totalitarismo cercana y peligrosa. Su advertencia es clara: «No dejes que suceda. Depende de ti». La novela introdujo conceptos como la vigilancia constante de «Gran Hermano» y la manipulación del lenguaje a través de la «Neolengua».
En Oceanía, el país ficticio de Orwell, existían ministerios que conformaban el sistema gubernamental, como el Ministerio de la Verdad encargado de la información y la educación, el Ministerio de la Paz para asuntos de guerra, el Ministerio del Amor para mantener el orden y el Ministerio de la Abundancia para asuntos económicos. Estos ministerios, MINIVER, MINIPAX, MINIAMOR, MININDANCIA, contribuían a un control totalitario, siendo el Ministerio del Amor el más temible.
En 2024, en el Perú, observamos cómo algunos políticos emplean una suerte de «Neolengua». Los enemigos del pueblo son aquellos que abogan por la libertad de palabra, de prensa, de reunión y de pensamiento. El fascismo se disfraza en partidos que aparentan respetar las libertades y luchan por el «ambiente sano» y «derechos humanos», adoptando, paradójicamente, una cara «libertaria». Orwell afirmó que «el que controla el pasado, controla el futuro. El que controla el presente, controla el pasado».
En 2024, aunque no existe una «policía del pensamiento» como tal, la inteligencia artificial y los smartphones comprometen la privacidad. La neolengua se manifiesta en la distracción de temas cruciales y la sobrevaloración de hashtags populares, descuidando cambios estructurales esenciales.
Es imperativo para el Perú centrarse en cambios estructurales y desarrollo sostenible, en 2024, nadie debería ser vigilado como en «1984», y debemos resistir a la influencia de la neolengua. La atención debe dirigirse a problemas importantes, como el cambio climático, y no permitir que distracciones y retórica vacía nublen nuestras prioridades.
Orwell advirtió sobre los peligros del totalitarismo, aunque no hay una policía del pensamiento, la inteligencia artificial y smartphones amenazan la privacidad. En 2024, la neolengua y la distracción son reales. Depende de nosotros prever nuestro propio futuro y escribir, en el bicentenario, una historia enfocada en el desarrollo sostenible y la lucha contra el cambio climático. No permitamos que nos hablen en neolengua y prioricemos el cuidado de nuestra casa común. La lección de Orwell es clara: el futuro está en nuestras manos.
(*) Abogada especialista en Derecho Ambiental