Por: Ross Barrantes: 2025: el año de la esperanza

por | Ene 4, 2025 | Opinión

El 2024 ha sido un año difícil para la humanidad y, en particular, para países como Perú, donde los desafíos globales se entrelazan con problemas locales. Las guerras en el mundo generan desplazamientos y dolor, mientras que aquí en casa enfrentamos nuestras propias batallas: desigualdades profundas, polarización social y el impacto directo del cambio climático. Las lluvias extremas, sequías prolongadas y el calor insoportable han alterado la vida de millones de peruanos, especialmente de aquellos en zonas rurales. Estamos viendo cómo los glaciares andinos, guardianes ancestrales de nuestra agua, se derriten frente a nuestros ojos. Este camino no solo es insostenible, sino que nos conduce a la ruina. Sin embargo, 2025 representa una oportunidad para revertir esta realidad y construir un Perú más limpio, saludable y esperanzador. Es un año para transformar discursos vacíos en acciones concretas, para que frases como “Perú, país de todas las sangres” y “Sí se puede” cobren verdadero significado. Si nuestros líderes políticos, desde el Congreso hasta los gobiernos regionales, realmente priorizan el bienestar del pueblo, podremos dar pasos firmes hacia un futuro sostenible. La esperanza no es un idealismo vacío. La veo en los agricultores de Amazonas que están implementando técnicas de agroforestería para adaptarse al cambio climático. La veo en las comunidades de Cusco que están revitalizando las fuentes de agua a través de la siembra y cosecha de agua, prácticas ancestrales que respetan la naturaleza. La veo en los jóvenes de Lima que marcharon el año pasado exigiendo acción climática y un transporte público más limpio y eficiente. Una transición hacia energías renovables, algo urgente en un país que sigue dependiendo en gran medida de los combustibles fósiles. Perú tiene un enorme potencial en energías limpias. Los líderes deben dejar de lado intereses mezquinos y comprometerse con proyectos que beneficien a las generaciones futuras.Construir un Perú más limpio no es solo una responsabilidad ambiental, es una necesidad social y económica. La contaminación del aire en ciudades como Lima y Arequipa causa enfermedades respiratorias que afectan sobre todo a los más vulnerables. Un río Rímac limpio no solo es un símbolo de orgullo nacional, sino una fuente vital para millones de limeños. 2025 debe ser el año en que dejemos de normalizar la contaminación y la desigualdad. Es el momento de exigir un sistema de transporte público eléctrico, una gestión adecuada de residuos sólidos y políticas que incentiven la reforestación en la Amazonía y la Sierra. No podemos seguir repitiendo frases como “El Perú avanza” si nuestros glaciares retroceden y las oportunidades siguen sin llegar a quienes más las necesitan.

El futuro no se construye solo con palabras, sino con decisiones valientes. Mano con mano, comunidades y gobiernos deben trabajar para lograr un Perú más justo, limpio y saludable. Este es el nuevo comienzo que merecemos. No como un país dividido, sino como un Perú unido que avanza con esperanza hacia un porvenir mejor.

(*) Abogada constitucionalista


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