El cambio climático representa uno de los desafíos más significativos de nuestros tiempos, con impactos que se hacen sentir en la vida del día a día no solo en Perú, sino en todo el mundo. Esta problemática es una consecuencia directa de las complejas interacciones entre nosotros los humanos y la naturaleza.
René Descartes en el siglo XVII, percibía la naturaleza como un conjunto de objetos destinados a servir a los seres humanos. Esta perspectiva se basaba en la idea de que la naturaleza era como una «máquina» que podía ser controlada y utilizada en beneficio de la humanidad. Esta visión antropocéntrica condujo a una explotación desmedida de la naturaleza en diversas actividades, como la agricultura intensiva, la pesca excesiva y la contaminación ambiental. Se consideraba que los recursos naturales eran prácticamente inagotables y que su único propósito era satisfacer las necesidades humanas, sin una consideración adecuada de los impactos a largo plazo en el ambiente y en otras especies. Esta mentalidad ha contribuido a los problemas ambientales que enfrentamos hoy en día, la famosa “tragedia de los comunes” como el agotamiento de recursos, la degradación de ecosistemas y el cambio climático.
Para evitar la tragedia de los comunes, ocurre la toma de decisiones basada en hechos y la toma de decisiones basada en valores. Esta dicotomía fue estudiada por el sociólogo Max Weber entre la «esfera de los hechos» y la «esfera de los valores», en la esfera de los hechos, los científicos desempeñan un papel fundamental. Son especialistas en recopilar datos, analizar situaciones y proponer soluciones basadas en evidencia. En el contexto del cambio climático, esta esfera aborda cuestiones técnicas y complejas, como la evaluación de los efectos del calentamiento global, la identificación de fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero y la adaptación de posibles escenarios climáticos. Los políticos operan en la esfera de los valores. Son elegidos por los ciudadanos en virtud de sus sistemas de valores y creencias. Su legitimidad radica en la elección democrática y en su compromiso de representar los intereses y valores de la población. En el caso de la lucha contra el cambio climático, los políticos deben equilibrar las consideraciones técnicas con sus valores y las preferencias de sus electores.
Para evitar una tragedia de los comunes en pleno siglo 21, surge cuando los análisis técnicos, que a menudo son impulsados por la comunidad científica, pueden entrar en conflicto con las políticas o intereses económicos. Aquí es donde se necesita un diálogo constructivo y una cooperación efectiva entre científicos, políticos y la sociedad en su conjunto. El cambio climático es un problema que requiere una comprensión profunda de la ciencia, pero también decisiones políticas basadas en evidencia.
Aquí vienen preguntas que me hacen alumnos en el salón de clase ¿que tanto los políticos trabajan por la acción climática? ¿hacía donde construyen las políticas climáticas en el País? ¿Se escuchan a TODOS los peruanos para construir el desafío climático? o ese privilegio solo lo tienen los escogidos en gracia ¿La información climática es democratica para todos y todas o los comunes no podemos entender porque el idioma nueva lengua aún no la enseñan en la Universidad? … estas preguntas a las que aún no tengo respuesta visualizan a mi yo del 2030 y esa Ross del futuro espera que podamos ser un país interconectado que haga política basada en evidencia y trabajemos de manera preventiva ante los efectos de la crísis climática, no quisiera ver un país dividido, porque en unidad se construye, que si algo te gusta o no te gusta puedas decirlo abiertamente y no ser juzgado por no hablar nueva lengua sino respetado, porque la participación ciudadana debe ser la base de un Perú de desarrollo sostenible.
¡El Ambiente somos todos!