En los últimos años, la violencia intrafamiliar ha ganado mayor visibilidad en el Perú, no solo por los casos alarmantes de agresión física, sino también por otras formas más sutiles de maltrato, como la violencia psicológica, económica y vicaria.
La novela «Romper el círculo» de Colleen Hoover, recientemente adaptada al cine, toca un tema central: la capacidad de romper con patrones de violencia, especialmente en las relaciones de pareja.
Aunque es una ficción, refleja una realidad que muchas personas viven a diario. La historia de Lily, su relación con Atlas, y su matrimonio con Rylie, revela cómo la violencia se infiltra en las relaciones y afecta a toda la familia. Cuando Lily se da cuenta de la toxicidad de su relación, toma la decisión de alejarse, aun cuando estaba embarazada.
Esto resalta la importancia de poner límites a las dinámicas de abuso, algo que muchas personas encuentran extremadamente difícil debido a la manipulación emocional y la normalización de la violencia. Pero el mensaje es claro: es necesario detener el ciclo de violencia antes de que escale, incluso si esto implica decisiones difíciles. En el Perú, la Ley N° 30364, que busca prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres y los integrantes del núcleo familiar, establece mecanismos para proteger a las víctimas.
Sin embargo, la aplicación de la ley a veces se ve obstaculizada por la falta de conocimiento sobre otros tipos de violencia, como la violencia vicaria, una forma de maltrato que involucra a los hijos.
Este tipo de violencia, más comúnmente normada en países como México y Colombia, implica el uso de los hijos para causar dolor a la expareja, ya sea negando el contacto con ellos o manipulando su bienestar emocional.
Es una forma de abuso que afecta tanto a los niños como a los padres, y aunque en el Perú no está normada específicamente, existe la necesidad urgente de reconocerla y abordarla. Un ejemplo reciente que tuvo repercusión mediática en el Perú fue el de una mujer cuyo exesposo no solo la había dejado sin apoyo económico, sino que también la extorsionaba utilizando a sus hijas como herramienta de manipulación.
Aunque la violencia física no estaba presente en este caso, la denuncia finalmente prosperó. Esto demuestra que, aunque el sistema judicial puede ser lento o insuficiente en algunos aspectos, la legislación peruana ofrece opciones para aquellas personas que sufren de abuso en sus diversas formas, pero no es suficiente, uno de los grandes desafíos sigue siendo la falta de un registro oficial y detallado de los casos judiciales tanto civiles como penales en el Perú.
Tener acceso a estadísticas claras y actualizadas sobre los distintos tipos de violencia ayudaría a mejorar la eficacia de las políticas públicas y garantizaría una mejor protección para las víctimas. Esto permitiría identificar con mayor precisión las áreas donde el sistema falla y las medidas que se deben reforzar para evitar que se repitan estos ciclos de abuso.
La lucha contra la violencia familiar y de género es un esfuerzo continuo que requiere de cambios en la sociedad, el sistema judicial y la educación.
Todos debemos ser conscientes de la importancia de romper el círculo de la violencia, ya que nadie, ni hombres, ni mujeres, ni niños, ni ancianos, debe vivir bajo el yugo del abuso. Recuerda que se puede volver a empezar.
Gracias por leerme
(*) Abogada constitucionalista