A veces, los debates en el Congreso dan lugar a titulares, eso es lo que ocurrió hace poco cuando Julio Velarde, presidente del Banco Central de Reserva (BCR), tuvo que explicar con paciencia la labor de la institución que lidera, mientras algunos congresistas hacían preguntas que revelaban más dudas que certezas.
Es curioso pensar cómo hemos llegado al punto en que temas tan importantes como el rol del BCR se vuelven un misterio no solo para los ciudadanos comunes, sino incluso para quienes deberían estar más informados: nuestros representantes.
Pero esta situación, lejos de ser solo un incidente aislado, refleja un problema mucho más profundo. No es tanto la falta de preparación técnica lo que preocupa, sino la desconexión entre lo que muchos perciben como el «Estado» y el entendimiento de cómo este opera en el día a día.
Velarde, como ese profesor que todos recordamos con cariño por su paciencia infinita, explico lo esencial: el BCR no se encarga de generar empleos ni de diversificar la economía.
Su tarea es mucho más básica y, a la vez, vital: mantener la estabilidad de los precios, para que el poder adquisitivo de los peruanos no se vea erosionado por la inflación. Julio Velarde recordó que la inflación es como un ladrón silencioso que afecta más a los que menos tienen.
Y si no se controla, termina siendo una carga insoportable para los países más vulnerables. Sin embargo, lo que más me preocupa de esta situación no es que algunos congresistas no supieran la diferencia entre el BCR y el Ministerio de Economía, sino lo que esto revela sobre la educación económica y política en general. Pregúntate a ti mismo: ¿realmente sabes qué hace el Banco Central? O, mejor aún, ¿entiendes cómo las decisiones económicas que se toman en esas esferas afectan tu día a día? Más allá de los titulares de los diarios o las tendencias en redes sociales, temas como la inflación, el déficit fiscal o las reservas internacionales parecen lejanos, complejos y, en muchos casos, aburridos, la verdad es que no deberían serlo.
El funcionamiento del Estado impacta nuestras vidas de formas directas e indirectas, desde los precios que pagamos en el mercado hasta las oportunidades laborales que encontramos. Y aunque no todos tenemos que ser expertos en macroeconomía, sí deberíamos tener al menos una comprensión básica de estos temas. Porque, al final del día, entender cómo funciona el Estado no es solo tarea de los políticos. Es una responsabilidad compartida por todos los ciudadanos.
Entonces, más que criticar, deberíamos preguntarnos: ¿qué estamos haciendo para educarnos mejor? ¿Por qué temas tan importantes no son parte de una conversación más amplia y cotidiana? Imagino un país donde todos podamos entender y discutir temas como la inflación, el déficit fiscal o las reservas internacionales sin sentirnos intimidados.
Porque, al final, la democracia no solo se trata de votar, sino de participar de manera activa e informada. Y eso solo se logra cuando todos tenemos acceso al conocimiento, cuando la información es de todos y no solo de unos pocos ¿No es acaso eso lo que construye una verdadera democracia?
Gracias por leerme.
(*) Abogada Constitucionalista
