Principios y estrategia políticos

por | Abr 5, 2019 | Opinión

Iván Pedro Guevara Vásquez

Desde un marco general, la consideración y respeto de principios en la política no puede ni debe confundirse con ingenuidades o candideces de ningún tipo, como podrían hacer creer a la gente los mercenarios de siempre, los palaciegos de la más baja ralea, los que medran entre las ruinas de los países saqueados por no pocos gobiernos de turno. Si bien algunos políticos tienen como lema el “En política no hay que ser ingenuos”, la candidez o ingenuidad está referida más bien al creer que los demás son como uno, y en ese sentido manifestar nuestra verdad o falsedad.

La ingenuidad se da cuando los que están acostumbrados a mentir piensan que los demás son una tira de mentirosos, y cuando quienes, por el contrario, dicen generalmente la verdad, creen que los demás también son sinceros y veraces. Como se ve, hay ingenuidad en dos sentidos. Sólo que comúnmente se la reduce a lo segundo. Pues bien, en el terreno de la política la ingenuidad está muy presente incluso en los llamados “zorros”, en los redomados y viejos politicastros que viven de lo político partidario a través de muchos años y décadas.

Los principios en política son un rubro totalmente diferente a la ingenuidad o candidez. Los principios en la administración de la cosa pública comprenden tanto los principios éticos o morales como los propios de la teoría y ciencia política. Dentro de ellos, los principios éticos vienen a ser los que, cual espíritu, proporcionan la necesaria inspiración para actuar conforme a los más altos postulados de las virtudes y calidades humanas. La honestidad, la honradez, la humildad, la bondad, por ejemplo, son necesarias cualidades que ha de tener todo buen gobernante. Pero ellas de por sí y para sí no bastan para llevar a cabo los objetivos trazados en la administración de la cosa pública, pues en los actuales sistemas políticos siempre hay un gobierno de turno que es a su vez fruto de la conquista o triunfo de una organización política partidaria o alianza sobre otra u otras. En otras palabras, hay oficialismo, expresado en el partido o grupo gobernante, y oposición, por parte de las restantes agrupaciones u organizaciones políticas.

Siendo el ser humano una entidad que ontológicamente tiende tanto al bien como al mal, en el nivel de lo político se reproduce dicho conflicto, sólo que con sus peculiares características, por tratarse de actuaciones que se dan sobre la base de la organización humana en sociedad. En ese sentido, surge el tema de la estrategia, basada fundamentalmente en conocimiento de ciencia política.

En un plano aplicable a todos los asuntos, la estrategia viene a ser aquel término que, a partir de referentes propios de operaciones militares, se refiere al sistema, proyecto o habilidad para dirigir un asunto hasta conseguir el fin propuesto. Estrategia es así sinónimo de táctica. En el campo de la política es imprescindible lo estratégico, lo táctico, porque lo que está en juego es nada menos que la administración de la cosa pública; esto es, el manejo en cuanto dirección de las cuestiones que van a tener una repercusión directa en la comunidad y en todos los estratos o estamentos de la misma.

Teniendo en cuenta lo delicado del asunto, la estrategia en la política ha de aplicarse sin renunciar a los principios éticos que inspiran a todo buen gobernante. Como en un tablero de ajedrez o un campo de batalla, las piezas o los elementos han de moverse para conseguir el objetivo u objetivos trazados. Actualmente, en política hay estrategia para llegar al poder, ya sea a nivel de gobierno central, local o regional o lo que se refiere al Congreso de la República, y estrategia una vez lograda la conquista del mismo mediante el triunfo electoral en las urnas.

El primer mandato de la estrategia en política es el de evitar la ingenuidad en los dos sentidos anteriormente mencionados. El que es veraz no debe pensar que los demás también lo son, y quien está acostumbrado a mentir no debe tener la idea de que todos son mentirosos. Y es que, a través de la historia, se han dado tantas tragedias por caer en algún tipo de ingenuidad.            


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