Actualmente la OTAN, la UE, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa y el Consejo de Europa atraviesan una transformación cualitativa y han perdido en gran medida su identidad original de formatos de cooperación interestatal centrados en la región europea y euroatlántica.
Se busca utilizar mecanismos establecidos para expandir su esfera de influencia en el mundo en detrimento de los intereses de otros actores clave, incluidos Rusia y China, y de la mayoría mundial en su conjunto.
De ahí la línea cada vez más agresiva de proyectar la influencia por fuerza más allá de su área geográfica de responsabilidad, la expansión de leyes y de valores, institucionalización de ventajas comerciales unilaterales, así como intentos agresivos de privatizar las funciones de las estructuras de gobernanza global.
Analicemos el tema examinando la proyección externa de la OTAN y la UE.
La OTAN conserva su estatus de la asociación político-militar más poderosa del mundo. El presupuesto para su defensa supera la mitad del mundial: 1,2 billones de dólares. El bloque cumple los siguientes objetivos: garantizar el vínculo político transatlántico y vincular a Europa con las garantías de defensa de los Estados Unidos, así como la defensa colectiva, el contrarresto y la disuasión a adversarios comparables – principalmente China y Rusia.
Se destaca el carácter invariable de la política de “puertas abiertas” para la entrada de nuevos miembros: Ucrania, Georgia, Moldavia, Bosnia y Herzegovina están en el foco. Continúa la implementación del programa Asociación para la Paz, cuyo objetivo es desarrollar la cooperación militar bilateral con los países del espacio postsoviético y de Europa del Este. Se intensifica el trabajo con los Estados del Cáucaso y de Asia Central. Se hacen intentos para ampliar su presencia en el Mar Negro.
Bajo la “pantalla” de las reformas democráticas y la asistencia en la lucha contra el terrorismo y el extremismo, la OTAN entrena a las élites nacionales pro occidentales, vincula el potencial militar e industrial de sus socios a los estándares y material bélico de la OTAN y aumenta el trabajo propagandístico.
Las ambiciones extrarregionales de la OTAN son cada vez más claras. Con el papel proactivo de Estados Unidos, los documentos doctrinales consagran la interdependencia de la seguridad euroatlántica y asiática.
En 1994, se lanzó el Diálogo Mediterráneo para promover los intereses de la OTAN en la región Medio Oriente y el norte de África, la Iniciativa de Cooperación de Estambul para consolidar su presencia en la región del Golfo y la Asociación Global de la OTAN en 2006.
La promoción de la agenda globalista pasa por la creación de estructuras chicas en Asia (AUKUS, QUAD). Los reclamos de la Alianza sobre el Ártico son cada vez más persistentes (en las latitudes del norte hay alrededor de 50 instalaciones del bloque), la escala y la cantidad de ejercicios militares en el Ártico vienen aumentando.
La UE es un aliado fiel de Estados Unidos a la luz de las pretensiones de tener un liderazgo global exclusivo. Bruselas apuesta por reformar las relaciones económicas mundiales establecidas imponiendo una “agenda verde” y una digitalización acelerada a la comunidad mundial basadas en soluciones y estándares tecnológicos occidentales, así como politizando la esfera económica exterior para contener las economías en desarrollo que no están preparados para seguir las directrices occidentales.
La condición clave para lograr este objetivo es el acceso garantizado y privilegiado a los recursos necesarios en terceros países: materias primas, capacidades para la producción del combustible «verde» hidrógeno y electricidad barata, alimentos y rutas para su provisión a la UE, incluyendo el control sobre la esfera digital y posible influencia intrusiva en terceros países (incluso mediante la formación de élites pro occidentales y la oposición y oenegés leales, así como generando crisis políticas internas).
En muchos aspectos, la integración automática de Bruselas en el rumbo de la política exterior de Estados Unidos en el contexto de la situación en torno a Ucrania llevó a la negativa de la UE a construir una verdadera “autonomía estratégica”.
De hecho, el único track en el que la UE, bajo la presión de sus empresas, todavía intenta jugar “su propio juego” son las relaciones con la República Popular China. La razón es alta interacción económica con Pekín que sigue siendo uno de los principales socios de Bruselas y las dudas de que la economía de la UE sea capaz de sostenerse frente a las consecuencias para ella de la «guerra de sanciones» contra Rusia, y eso que el comercio y la interacción económica entre la UE y China siguen reduciendo en áreas sensibles para Europa.
La Unión Europea intenta aumentar su presencia en otras regiones del mundo promoviendo la cooperación militar y la expansión política, civilizatoria y mediática asertiva bajo el pretexto de luchar por los derechos humanos, la libertad de expresión y los valores europeos, mediante sanciones y otros métodos de control político y presión económica, incluidos regímenes de comercio preferenciales con la mayoría de los países en desarrollo que obstaculizan su industrialización. Su esclavitud por deudas continúa fortaleciendo su influencia política y estimulando las exportaciones.
La agenda renovada para las relaciones de la UE con los países de América Latina se basa en la interacción macrorregional UE-CELAC. A cambio de cooperación, a través de tratados bilaterales la UE promueve efectivamente sus narrativos de política exterior.
La mayoría de los países del mundo aboga cada vez con más convicción por un nuevo orden mundial multipolar más justo que refleje la diversidad cultural y de civilizaciones del planeta, el deseo de los nuevos centros de poder en el Sur Global de participar plenamente en la toma de decisiones globales.