Putin juega con fuego en sus nuevas declaraciones
En un desfile marcado por la grandiosidad y la tensión, el presidente ruso, Vladimir Putin, hizo una declaración firme y contundente: Rusia no permitirá que nadie la amenace. Desde la tribuna presidencial, rodeado de más de 9.000 personas y unos 70 vehículos, Putin recordó las gestas del pasado mientras hacía alusión a la situación actual, especialmente en lo concerniente a la guerra en Ucrania.
En su discurso durante el Día de la Victoria, Putin eludió mencionar directamente la invasión de Ucrania, optando por el término oficial de «operación militar especial». En cambio, prefirió destacar los sacrificios del pueblo soviético durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, su mensaje fue claro: Rusia está lista para defenderse y sus fuerzas nucleares estratégicas están en constante estado de preparación.
El desfile, aunque más reducido que en años anteriores debido a las necesidades del frente en Ucrania, no careció de simbolismo ni de poderío militar. Un tanque T-34 fue el protagonista principal, mientras que sistemas de misiles con capacidad nuclear desfilaron por la Plaza Roja, recordando al mundo la determinación de Rusia en materia de defensa.
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En un momento en el que la economía rusa se ha visto afectada por la guerra y el país enfrenta críticas internacionales, Putin reafirmó su posición con firmeza. Denunció la «hipocresía y mentiras» de Occidente y tachó de «arrogantes» a las élites occidentales por olvidar el papel crucial de la Unión Soviética en la derrota del nazismo.
A pesar de las críticas y el boicot de casi todos los embajadores europeos, Putin no vaciló en utilizar el simbolismo de la Segunda Guerra Mundial para justificar su propia agresión contra Ucrania. Recordó las grandes batallas que marcaron el destino de la humanidad, mencionando lugares como Moscú, Leningrado, Stalingrado y, de manera irónica, las ciudades ucranianas de Jarkiv y Kiev, que actualmente son blanco de los misiles rusos.
La ceremonia, que coincidió con una inesperada nevada, contó con la presencia de líderes de países aliados, aunque la mayoría de los embajadores europeos decidieron no participar. Aun así, Putin no titubeó en proclamar la disposición de Rusia para defenderse en cualquier circunstancia.
Con un mensaje claro y directo, Putin cerró su discurso con la consigna que resuena cada año en esta ceremonia patriótica: «¡Por Rusia! ¡Por la victoria! ¡Hurra!», mientras miles de soldados respondían con tres fuertes vítores que retumbaban en la Plaza Roja, recordando al mundo la determinación inquebrantable de Rusia.