IVÁN TORRES LA TORRE (*)
Tal cual he comentado en una anterior oportunidad, causa profunda extrañeza la demora en el proceso de extradición del expresidente Alejandro Toledo, pese a los esfuerzos de nuestro Poder Judicial y Ministerio Público para ponerlo a disposición de la justicia peruana.
Es conocido el antiguo refrán: “A río revuelto, ganancia de pescadores”, el que parece caer como anillo al dedo a la situación jurídica del expresidente Toledo, acusado de recibir 20 millones de dólares de la empresa Odebrecht, hecho de corrupción que estaría prácticamente comprobado con fuertes indicios como son las declaraciones de los propios funcionarios de la empresa y de su amigo y socio Josef Maiman; además de estar investigado por la situación de Ecoteva, por la casa de Camacho, por la lujosa oficina en la torre Omega y tantos otros escandalosos hechos.
Frente a todo esto, Alejandro Celestino observa desde su “balcón” en los Estados Unidos, las diligencias que se practican en otros casos y cuyos precedentes seguramente serán argumento de su defensa.
Pareciera que los poderosos lobbies de empresarios, políticos y operadores de justicia a nivel internacional estarían protegiendo al expresidente, apagando los fuegos que se puedan avivar en contra de quien podría ser llamado “el patrón de los caviares”, aquél quien alguna vez, enarbolando la bandera de la democracia al mando de la conocida marcha de los “Cuatro Suyos”, habría actuado en función a sus propios intereses y a los de multimillonarios lobbies internacionales.
Resulta insólito que, a la luz de los casos recientemente difundidos de otros mandatarios y autoridades, algunos medios de comunicación no exijan la extradición de Alejandro Celestino y que no difundan los esfuerzos de la Fiscalía y del Poder Judicial para lograr su extradición. Pareciera que algunos medios de comunicación han olvidado la célebre frase lanzada por una ex primera dama al entonces presidente Kuczynski, quien fue expresamente amenazado con sacar sus “trapitos al aire” si se tocaba al “cholo sano y sagrado”.
Analizando la historia política y los comienzos de Alejandro Celestino, consideramos que resulta ser un personaje, por decir lo menos, extraño. Tan extraño como su situación actual en los Estados Unidos, donde es casi un intocable pese a que se conoce dónde vive, dónde trabaja y los lugares que frecuenta; tan extraño como su historia del secuestro en el hotel Melody; como el caso de su hija negada y después aceptada; tan extraño y confuso como su paso por las universidades de los Estados Unidos; como sus versiones respecto a los ingresos de su suegra Eva Fernenbug y en general, como su entorno palaciego y de amigos, de jarana y de todo ese “mundillo” frívolo y fastuoso que le dio brillo cuando pasó por nuestro majestuoso Palacio de Gobierno.
Sería interesante para los peruanos, que esta vez, algún empresario promueva otra marcha multitudinaria como la marcha de los cuatro suyos, pero esta vez para traer al Perú a uno de los expresidentes más comprometido en actos de corruptos y extraños de la historia republicana del Perú. ¿Lo veremos alguna vez rendir cuentas ante la justicia? Hasta la próxima semana.