IVÁN TORRES LA TORRE (*)
Hace ya casi un año, la naturaleza y su furia devastadora con huaicos y lluvias, desbordes de ríos, causó daños materiales enormes y víctimas que lamentar en el distrito de Carapongo. Sin embargo, a pesar de todo ello, poco o nada se ha hecho por los pobladores de esta zona.
Hace unos días hemos podido apreciar cómo la desesperación, la frustración y el pavor de la población de Carapongo ha generado que se pongan en marcha, reclamando a las autoridades una reacción política de asistencia inmediata en reconstrucción y prevención de desastres, en la medida que estos pobladores perdieron sus casas, sus negocios, llegando a ser más de 200 familias damnificadas por los huaicos que azotaron a estos peruanos.
¿Acaso es tan difícil para las autoridades tomar acción? No basta entregar mil desayunos como lo hizo el gobierno en su oportunidad, a través del Ministerio de Defensa, no es suficiente remover escombros de lodo y rocas, no es suficiente llevarles frazadas, más aún si existen millones de millones de Soles en el erario nacional, destinados a la reconstrucción y prevención de desastres desde hace aproximadamente tres años. Esto es de público conocimiento, por cuanto un año antes del término del gobierno del inefable Ollanta Humala, se reservó una importantísima y millonaria suma de dinero para la prevención de desastres que ya estaba pronosticada desde esa época en el Perú. Por lo tanto, excusas por falta de presupuesto no son aceptables. Lo único que se puede deducir de toda esta diferencia y abandono hacia los peruanos de Carapongo, es la incapacidad y la corrupción de los responsables de la administración de este fondo millonario para la prevención de desastres.
Resulta inaudito tener que escuchar a peruanos que viven a una hora de la gran capital Lima, reclamar por sus derechos luego de un año del desastre que azoló Carapongo. Resulta oprobioso, vergonzoso; es la muestra más clara de la incapacidad de los gobiernos que van pasando y pasando, ante el adormecimiento de todos como población. Es una estafa nacional a la solidaridad; es reprochable desde todo punto de vista, por donde se pueda observar. Como hemos sostenido en nuestras diversas columnas de opinión, el país se encuentra “atracado” entre la reconstrucción y la construcción nacional.
Es decir, no existe construcción país en todos sus aspectos, no solo de infraestructura, sino de futuro y destino y no existe la mínima posibilidad de reconstruir un pueblo tan cercano a Lima como es Carapongo, que clama por sus derechos, mientras me imagino, el responsable de la reconstrucción nacional, con un extraordinario sueldo, con un despacho habilitado cual gerente de transnacional, pierde el tiempo pensando ¿qué pongo en Carapongo?