De un tiempo a estos meses de aumento en la estadística de la corrupción y la impunidad, resulta inentendible que en medio de tantas confusiones y palabrerías, en el Perú la demagogia y el populismo se hagan espacios, pero con demasiada ignorancia y sinsentido, convertidas en maldad y castigo.
Eso es lo que observamos de los chillidos desde el Congreso de la República en que dos Comisiones, la de Trabajo y la de Economía hablan sin argumentos sostenibles, como si hubieran dictaminado propuestas que previamente han sido analizadas, comparadas y verificadas en todos los escenarios hacia donde se dirigen.
Pero lo peor de todo es que lanzan “ideas de otros” que no resisten ninguna razonabilidad. No se trata de una competencia legislativa para decir que se otorgarán pensiones “dignas” porque una Ley lo va a decir así, porque las leyes no pagan pensiones.
Ordenemos este tema de Pensiones y Jubilación, por encima de la realidad política, preguntando ante todo: ¿Qué beneficios se están buscando para incluir en ellos a todos los peruanos que accedan a una jubilación y también, en los casos que corresponda, a qué cobertura de sobrevivencia podrán recurrir los trabajadores cotizantes de un sistema previsional y/o sus familiares directos cuando corresponda, sean cónyuges, hijos y padres? ¿Han tomado en cuenta este punto de partida las Congresistas que dicen haber presentado “proyectos de ley”? No, no lo han hecho (por ignorancia, por soberbia, por maldad).
Pero peor aún. ¿Está diseñado algún programa, plan, estudio técnico, marco teórico o generación de protección al derecho a la libre elección para decidir si se quiere estar en el sistema nacional de pensiones, en el sistema privado de pensiones, en un sistema alternativo a los existentes o simplemente, no pertenecer a ni uno? No, no existe nada más que la idea compulsiva de obligar -a todos-, a pertenecer al invento futuro de un solo sistema base, sobre el cual, si uno ve que será poco lo que obtiene, tendrá que pagar adicionalmente por un sistema paralelo (ahora le dirán complementario), haciendo doble cotización para un mismo fin: la pensión de jubilación tradicional (y es que existen varias pensiones, varios tipos de jubilaciones y muchas opciones de obtener modos de pago por esas pensiones y jubilaciones, pero los Congresistas y sus asesores no lo saben y no preguntan, por miedo, por soberbia, por ignorancia, por maldad).
Además, de todo lo que se habla, no existe un solo estudio comparativo que haga ver dónde existen oportunidades de mejora o cambio. Se trata, según parece, de inventar la rueda del cuadrado y hacerla saltar, colocando en la autógrafa “la firma de mi ley”.
Existen señoras congresistas, desafíos operativos, estimaciones de gastos, inversiones requeridas, efectos financieros, riesgos potenciales. ¿Lo saben? No tienen ni la menor idea de las tonterías que hablan y del efecto que van a ocasionar con una nueva torpeza legislativa si se aprueba alguno de sus desdichados proyectos.
Las pensiones, la jubilación, no son cosa de ignorancia.