Por: Antero Flores Aráoz
Ante el anuncio de miembros del nuevo gobierno, así como de representantes del partido Perú Libre, en el sentido que se crearán rondas urbanas para ayudar en la lucha de prevención, identificación y persecución de la delincuencia, conviene hacer algunas precisiones, reflexiones y comentarios.
Las rondas campesinas, precursoras de lo que serán de ser el caso las rondas urbanas, nacieron espontáneamente como respuesta en los sectores rurales a la actividad de la delincuencia común y del terrorismo en el campo, ante la falta de protección policial suficiente en localidades recónditas de nuestra patria. Esas rondas rurales y/o campesinas, fueron reconocidas por el Estado y, este último así como la Sociedad en su conjunto, les han reconocido su participación en la pacificación de nuestra patria y los méritos que indiscutiblemente han tenido.
Precisemos que las rondas rurales y/o campesinas surgieron como se ha dicho, por la falta de cobertura de la Policía Nacional en todo nuestro territorio, aspecto muy diferente de los sectores urbanos en que hay atención y vigilancia policial, aunque no suficiente en muchos sectores.
Si se quiere dar más tranquilidad a la población urbana, ante el incremento de las bandas delincuenciales, de la criminalidad organizada, así como de la delincuencia común, lo que requeriríamos es ampliar la capacidad de la Policía Nacional, preparando, instruyendo, entrenando y especializando a más policías, lo que indiscutiblemente requiere de asignación de más recursos.
No tiene sentido que el gobierno esté dispuesto a entregar recursos a las pretendidas rondas urbanas, cuando lo podría hacer con la Policía Nacional, que depende del Estado, que tiene normatividad establecida y con obligación legal de dar cuenta de sus actos.
Es preferible ampliar y solventar más policías que entregar recursos a terceros y sin garantía que por lo menos serían iguales en eficiencia y con mística, gracias a que, en las escuelas policiales de todo nivel, sigue educándose bajo el antiguo y no olvidado lema que “El honor es su divisa”.
Por otro lado, en las acciones policiales en grupos urbanos, vemos que la vigilancia es más conveniente cuando se efectúa compartidamente con el serenazgo, a cargo de los municipios y, en esa forma uniendo las fortalezas de cada cual en mejoría de la tranquilidad de los vecindarios.
Tanto la Policía como el Serenazgo actúan profesionalmente, pues sus integrantes han sido preparados para el ejercicio de sus funciones, a diferencia de las rondas, que se diga lo que se diga, no están en los hechos sometidos a la autoridad gubernamental y a la rigidez de los reglamentos y directivas institucionales.
Lo que es más grave, y se ha visto en otros países, es la conversión de rondas en milicias que son usadas para amedrentar y someter a la población, bajo el disfraz y maquillaje que la están protegiendo, lo que es absolutamente falso.
Venezuela es un ejemplo de lo que estamos diciendo en que las milicias lejos de ayudar a dar tranquilidad a los vecindarios, se convierten en herramientas para la sumisión del pueblo, lo que es inadmisible.