Desde las aulas universitarias, me surge la constante pregunta sobre qué podemos hacer para abordar las crisis ambientales que afectan a nuestro país, especialmente ante la falta de acción climática efectiva. En este contexto, es fundamental que el país sostenible que tanto deseamos no quede únicamente en el discurso, las leyes y sus reglamentos. Para lograr un verdadero cambio en el territorio, es esencial definir los pasos a seguir y llevar a cabo acciones concretas, lo que aún representa una tarea pendiente para el Estado y la sociedad en su conjunto.
Esta semana, Mateo, de tan solo 11 años, escribió un cuento que quiero compartir con ustedes. Este cuento refleja la perspectiva sobre la importancia de cuidar nuestro planeta y cómo cada uno de nosotros puede contribuir a hacerlo como agentes de cambio:
«El Viaje al norte del Perú y un océano resplandeciente»
Hace unos años, un joven llamado Erick Delgado, heredero de una gran fortuna y dueño de una compañía multinacional llamada TAP (Tecnología Ambientalista para Salvar al Planeta), tuvo una idea que podría salvar al planeta. Se reunió con su asesor de directorio, Ted, para compartirla.
Erick: «Mira Ted, se me ha ocurrido una idea impresionante que podría salvar al planeta.»
Ted: «Explícame más, señor, estoy intrigado.»
Erick: «Podríamos organizar una expedición al océano para que las personas vean la cantidad de desechos y basura que arrojamos. Luego, nos sumergimos como buzos y recogemos la mayor cantidad posible de basura.»
Ted: «¡Me parece excelente, señor! Mañana comenzaré a averiguar los costos para empezar.»
Erick: «Claro, Ted, gracias.»
Después de un tiempo, Ted regresó con noticias.
Ted: «Señor, tengo dos noticias, una buena y una mala. Primero la buena: conseguimos un lugar para la expedición en el norte del Perú, un longevo llamado Jhon nos prestará un barco. La mala es que la implementación costará un total de 73 mil soles.»
Erick: «¡Vaya! No me gustan los números primos, ¿no podrían ser 72 mil soles? ¡Los números primos me inquietan! Y segundo, no tenemos tantos fondos, no podemos pagarlo.»
Ted: «Tranquilo, señor. Encontraremos una solución. Pensemos rápido…»
Erick: «Ted, podríamos lanzar una campaña para recaudar fondos y limpiar los mares del norte del Perú.»
Ted: «Buena idea, señor. Empaque sus cosas, ¡nos vamos al norte del Perú!»
La campaña fue un éxito, y Erick y Ted recaudaron los fondos necesarios para llevar a cabo la expedición. En el barco, mientras recogían la basura del océano, vieron cómo su esfuerzo hacía una diferencia real.
Después de regresar, las noticias informaron sobre su logro y el impacto positivo que habían tenido al retirar el 30% de los desechos oceánicos del norte del Perú. Aunque todavía quedaba un desafío por delante, Erick y Ted estaban orgullosos de su contribución para preservar el planeta.
Erick concluyó: «La vida se abre camino, cada paso cuenta, Ted. Cada decisión es importante para hacer el cambio que queremos ver y el tipo de planeta en el que deseamos vivir. Ojalá que las personas piensen dos veces antes de arrojar su basura.»
Este cuento nos recuerda que cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar, todo suma. Debemos tomar medidas para reducir la contaminación y promover prácticas sostenibles en nuestras comunidades, desde el sector privado con mucho potencial en transitar a practicas más resilientes, el sector público en implementar acciones concretas en los territorios, fiscalizar para que se cumplan las normas y fortalecer el desarrollo sostenible de la costa, sierra y selva, trabajar juntos en comunidad es clave para abordar la crisis climática y crear un futuro más saludable y sostenible para todos.
Aristóteles dijo una vez: «La educación es el mejor provisionamiento para la vejez».
Se debe reforzar la educación ambiental en nuestro país, es la mejor manera de invertir en un mejor futuro. No se trata solo de cerrar brechas, sino de eliminar desigualdades y construir un Perú más equitativo y consciente de la importancia de cuidar nuestro entorno para las futuras generaciones.
