Ricardo Sánchez Serra
El día en que publiqué en el portal PerúInforma mi artículo bajo el título: “Sáhara Occidental: ¿Y por qué no una autonomía?”, -el 19 de febrero del 2019- esperaba que mi planteamiento iba a ser objeto de debate sereno y reflexión profunda y de intercambios de ideas enfrentadas, susceptibles de acompañar y reforzar la brecha de optimismo abierta con el proceso político. Nada más democrático.
Sin embargo, cuál fue mi sorpresa al encontrarme con un aluvión de reacciones impulsivas, dogmáticas y fanáticas versando en el insulto y la calumnia de parte de miembros y amigos del Frente Polisario.
No guardo rencor a los que me han insultado. Para mí los elogios se esculpen en el mármol y los insultos se dibujan en la arena.
Lamentablemente, habiendo participado en el pasado en la histeria colectiva de diabolizar al otro, sé cómo funciona este sistema. Cuando comencé esta militancia, tenía claro que mi compromiso es y será únicamente con el pueblo saharaui. No soy hombre de compromisos con el establishment, ni con estructuras cerradas y herméticas. Soy un libre pensador, que repudia el pensamiento único.
La verdad ante todo
Acaso soy más “disidente” que todos los miembros fundadores del Polisario que han decidido romper en distintas épocas del conflicto con éste y volver a Marruecos, donde muchos han logrado integrarse con éxito en la vida política y social del país. Cito a Cheikh Biadillah, expresidente del segundo partido político del país, PAM, y expresidente del Senado, Omar Hadrami, considerado como el ideólogo del Polisario, Gajmoula Bent Ebbi, primera presidenta de la Unión de Mujeres saharauis, Yanja Khattat, actual presidente de la región de Dakhla, Yahya Bouchab actual gobernador de El Aaiún, Brahim Hakim, excanciller del Polisario, Bachir Dkhil, Ahmed Ould Souilem, antiguo Ministro de la RASD, Abderrahmane Lbeik, Comandante Ayoub, Mustapha Bouh Al Barazani, Hamati Rabani, antiguo ministro de la RASD.
Acaso soy más “renegado” que los líderes destacados del Polisario que han manifestado públicamente sus disensiones y han preferido instalarse en Europa o en Mauritania donde siguen llamando a una reforma democrática del movimiento y a una revisión de sus objetivos, como Mahyoub Salek, fundador del movimiento disidente, Jat Achahd o Hadj Ahmed líder de la Iniciativa Saharaui por el cambio o Salma Ould Sidi Mouloud.
Acaso soy más “ingrato” que los miles de saharauis que han arriesgado sus vidas, atravesando el desierto a pie, huyendo de los campos de Tinduf en Argelia, hacia su tierra en el Sáhara Occidental.
¿Ninguna personalidad tiene razón?
Acaso soy más “apóstata” que las personalidades de reconocida talla mundial cómo don Javier Pérez De Cuellar, Peter Van Walsum, el antiguo enviado personal del Secretario General de la ONU para el Sáhara, Boutros Ghali, Felipe González que han alertado sobre el carácter irrealista e irrealizable de la opción de la independencia, llamando al Polisario a manifestar una buena disponibilidad para alcanzar un arreglo definitivo.
Cuando planteé este tema, me inscribía en esta línea. Haciendo una pausa en mi ciega militancia a través de un proceso de autocrítica que me ha impulsado a preguntarme: ¿Por qué la gente huía de los campamentos?, ¿Más de diez mil personas y todos los miembros fundadores del Polisario no puede ser una acción motivada por la traición?
Después de diez años de militancia tenía que hacer una pausa para una proyección hacia el futuro: ¿A dónde va la causa de la independencia?
Desde los años ochenta, el Polisario viene registrando retiros de reconocimientos, pasando de ochenta a una veintena, actualmente repartidos entre países del África Austral bajo influencia de Sudáfrica y los países del Alba en América Latina.
Panorama desolador
Lo que se viene es peor, el retorno de Marruecos a la Unión Africana –dejando de la lado la política de “silla vacía”- ha cosechado ya sus primeros éxitos desactivando la acción de esta organización a favor de la opción independista y marginando a la RASD y sus apoyos en el seno de la UA.
En América Latina, la inestable situación de la Venezuela de Maduro, principal apoyo del Polisario en la región y sus consecuencias sobre los demás países del Alba, anuncian malos augurios para el futuro de esta causa en el continente.
En la región norafricana, la situación no es más optimista. Después de la caída del régimen libio, fuerte apoyo financiero y político del Polisario, los problemas institucionales de Argelia, su principal apoyo, y los problemas de terrorismo e inestabilidad que azotan la zona del Sáhel, juegan en contra de la opción de la independencia.
A esto se añaden las tensiones en los campamentos, una verdadera bomba de relojería. Últimamente los enfrentamientos tribales ha puesto en primera fila lo que durante mucho tiempo el Polisario ha intentado ocultar; es decir, el carácter tribal de su estructura, con la denominación hegemónica de la tribu Rquibat, lo que pone en entredicho la naturaleza democrática del movimiento y augura de un verdadero conflicto tribal (más de 30 tribus) en caso de independencia.
El caso de Sudán del Sur, como Estado fallido inmerso en infinitas guerras tribales es muy ilustrativo.
Solución que evite el descalabro total
Han pasado 44 años desde el comienzo del conflicto. Es necio e ingenuo quien piensa que Marruecos va a salir algún día del territorio del Sáhara Occidental. Ninguna causa aglutina la unanimidad y el consenso de toda la sociedad marroquí como lo que se llama en Marruecos “la Cuestión Nacional”.
Mis ideales y principios son la defensa de la dignidad humana, de la libertad y de los derechos fundamentales como la libre circulación, el acceso a la educación, a la salud, a una vivienda digna. ¿Acaso los refugiados de los campamentos del Polisario en Tinduf se benefician de estos derechos?
He visitado, como varios amigos apoyos internacionales del Polisario, los campamentos. A menudo solemos comentar entre nosotros la calamidad y las carencias que vimos de la gente buena de a pie, que te invitaba lo poco que tenía. Me rompe el corazón que continúen así. “Independencia o nada” no es realista, es cruel. Urge resolver este drama humano.
Las 10.000 personas que han huido a lo largo de estos 44 años de los campamentos de refugiados de Tinduf no lo han hecho pasando por los cómodos aeropuertos, sino arriesgando sus vidas en un desierto árido y minado. Sabe Dios cuántos habrán perdido la vida.
¿Qué queda? Acelerar la búsqueda de una solución política al conflicto sobre la base del proceso político de la ONU, en el cuál la iniciativa autonomía marroquí goza del aprecio de los países influyentes en el Consejo de Seguridad y de gran parte de la comunidad internacional.
En este 27 de febrero que fundan la RASD, es un pecado -que no perdona Dios- se engañe al pueblo con falsos triunfalismos. La verdad es que no se está ganando ninguna batalla, en ningún frente, ni el político, ni el diplomático. Esta es la verdad. ¡El pueblo saharaui me tendrá siempre a su lado!