Pero la tragedia no se detuvo ahí
La ciudad de Lima se despertó en medio de una pesadilla el pasado domingo, cuando la violencia se apoderó de sus calles. En una madrugada sangrienta, cuatro personas perdieron la vida en diferentes distritos de la capital, presuntamente a manos de sicarios. Cada víctima recibió varios disparos directamente al cuerpo, dejando a la ciudad sumida en el terror y la incertidumbre.
Los hechos se sucedieron de forma simultánea en distintas zonas de la ciudad. En el límite de Villa El Salvador y Villa María del Triunfo, dos ciudadanos extranjeros fueron brutalmente asesinados en un asentamiento humano. Testigos relataron cómo una camioneta oscura llegó al lugar, descendieron las víctimas y, segundos después, dos motocicletas aparecieron y dispararon sin piedad. Los sicarios huyeron rápidamente, dejando tras de sí un macabro espectáculo y la muerte de dos personas cuyas identidades aún son un misterio.
Mientras tanto, en Puente Piedra, un hombre fue ejecutado cerca de una loza deportiva. Con 15 disparos directos al cuerpo, la víctima no tuvo oportunidad de defenderse. A pesar de los intentos de auxilio por parte del serenazgo del distrito, el hombre perdió la vida en el lugar. Vecinos atónitos aseguran no reconocerlo como residente del área, lo que alimenta la sospecha de un crimen dirigido.
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En Comas, otro hombre cayó víctima de la violencia. Mientras se encontraba en el parque Las Gardenias junto a su pareja, fue abordado y recibió un disparo a quemarropa. La víctima, un profesor de Taekwondo conocido en la zona, fue asesinada sin piedad, sumiendo a la comunidad en el horror y la consternación.
Pero la tragedia no se detuvo ahí. En el Centro de Lima, un ciudadano belga perdió la vida al caer desde el octavo piso de un hotel. Las circunstancias de su muerte aún son objeto de investigación, y un grupo de personas ha sido trasladado a la comisaría local para aclarar los hechos.
Estos escalofriantes sucesos no son un caso aislado. Según datos de la Policía Nacional del Perú, los homicidios han aumentado dramáticamente en los últimos años, alcanzando cifras alarmantes. Bandas criminales disputan territorios y poder, sembrando el miedo y la inseguridad en la población. Alcaldes y autoridades locales son amenazados, mientras la violencia continúa cobrando vidas inocentes en las calles de Lima.
En medio de este panorama sombrío, la ciudad clama por justicia y seguridad. La violencia no puede ser la norma, y es responsabilidad de todos unirnos para poner fin a esta ola de crímenes que está devastando nuestras comunidades.