Olga Alberco fue reconocida por su invaluable aporte cultural, destacándose por su dedicación y contribución a la preservación de las tradiciones de su comunidad.
En el anexo de Chinchagoza, uno de los puntos más altos del distrito de San Andrés de Tupicocha (Huarochirí), donde las personas despiertan con los primeros rayos del sol y viven rodeadas de paz por su cercanía al cielo de Lima, se encuentra Olga Alberco Caro. A sus 70 años, ha demostrado ser más fuerte que las adversidades, superando desafíos con una resiliencia admirable.
“Desde muy pequeña aprendí a tejer bolsos, carteras, entre otras cosas, con fibras de maguey para hacer las tradicionales shicras y cushure; más o menos a los 9 años, gracias a mi madre. Lamentablemente, ella falleció. Me quedé con mi padre, tuve que asimilar el dolor y tomar este arte como el recuerdo más grande que me dejó mi mamita. Desde ese momento no me detuve”, detalló
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Olga Herlinda reforzó sus conocimientos y práctica gracias a las clases de arte que impartieron en el colegio de su localidad. Su habilidad con las fibras naturales y el manejo de la lana le permitieron crear su imagen como tejedora. “Hasta frazadas hacía, pero bajé esa producción por el esfuerzo que requería”, precisó.
“Mi madre me dejó un bonito legado, con el que pude generar un ingreso y mantener su presencia en mi corazón”, añadió, mientras levantaba su croché y entrelazaba los hilos. Con el pasar de las décadas, la septuagenaria se incorporó al programa Pensión 65, en el que aprovechó los encuentros de saberes productivos para demostrar su habilidad con las manos. “La Municipalidad de San Andrés Tupicocha me ha apoyado, al igual que el programa social, porque las ferias que hacen son una oportunidad para vender nuestros productos y que haya más turistas en nuestro amado Chinchagoza, que tiene tanto por mostrar, como su hermosa iglesia, elegantes calles y ricos platos, como el caldito de mote”, sostuvo con cariño.