RICARDO SÁNCHEZ SERRA
La gente está cansada de noticias sobre violencia y corrupción a niveles inimaginables y los periodistas estamos de plácemes porque hay trabajo y adrenalina.
Felizmente la macroeconomía va bien y, asimismo, a pesar de todo el ruido político, las inversiones continúan viniendo.
Y se vienen más destapes con el próximo acuerdo entre las fiscalías peruanas y brasileñas que permitirán descubrir a todos los corruptos que tenían cuentas en Suiza. Y esto sí será decisivo en la lucha contra la corrupción.
En referencia al frustrado asilo del expresidente Alan García, por un lado Uruguay tiene tradición de asilo y probablemente el presidente Tabaré Vázquez, no diré amigo, pero sí conocía a García, pues coincidieron como mandatarios entre el 2005 y 2010. Pero, no se tomó en cuenta las próximas elecciones en Uruguay, la presión internacional y la amistad con el Perú (que en este caso, sin calcular esta amistad, el Gobierno uruguayo aplicó el tema jurídico, preservando ambos ítems).
Era complicado que Uruguay aseverara que en el Perú, como dijimos haya persecución política desde el gobierno. No la hay. Pero sí del Poder Judicial, que no mide a todos con la misma vara, discrimina, unos están con prisión preventiva y otros libres, con la misma acusación. O todos deben estar presos o todos con prisión domiciliaria, con grilletes y visitas restringidas. Sería lo justo. Que no se envalentone el fiscal Pérez de enviar inmediatamente a prisión a García, si bien muchos lo aplaudirán -como lo hicieron con Keiko Fujimori- será su peor error, en lo jurídico.
Además, conociendo la tradición uruguaya de respeto a los derechos humanos, su gobierno iba actuar con el derecho internacional en la mano y como soberano, no sujeto a presiones de ningún tipo. Así que ningún movimiento político u ONG peruano o uruguayo puede jactarse de que por “mi” gestión rechazaron el indulto. Nadie les va a creer.
Por otra parte, es una canallada que se pretenda acusar al correcto y profesional embajador de Uruguay, Carlos Barros, de “ayudar” a Alan García. Cualquier peruano puede tocar la puerta de una Embajada y pedir asilo o refugio.
La paranoia está llegando a un grado alto, el odio también. Si queremos una sociedad sana, basta de especulaciones y de transmitir violencia, como decía el Papa Francisco, los rumores son una especie de terrorismo. El daño que se hace es infinito.