Un aumento de riesgo durante los comicios en Colombia ha sido registrado por el MOE.
En varios sitios de Colombia todavía arde la guerra que el consenso de tranquilidad con la extinta guerrilla de las FARC se proponía extinguir. A bastante más de 5 años de la firma de aquel histórico convenio, con otros actores armados que amenazan a las sociedades, el mapa de peligro por componentes de maltrato en las elecciones presidenciales, cuya primera vuelta se festeja este domingo, aún se tiñe de rojo, naranja y amarillo, según todos los datos compilados por la Tarea de Observación Electoral (MOE).
El repunte de las ocupaciones de los equipos armados ilegales en el lapso prelectoral, con 747 ocupaciones armadas y 577 amedrentamientos a lo extenso y ancho de Colombia, ha encendido las alarmas. La más grande prueba del preocupante fenómeno fueron los denominados “paros armados” a los que se han observado sometidas diversas sociedades.
La milicia de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla activa en el territorio, decretó uno a fines de febrero (del 23 al 25), a solo 2 semanas de las elecciones legislativas de marzo, a medida que el Clan del Golfo, el más grande conjunto narcotraficante, hizo otro a inicios de mayo (del 5 al 9), a solo veinte días de la primera vuelta de las presidenciales. “Preocupa de dichos conjuntos armados su capacidad de conservar un control social sobre la población”, previene la MOE.
En lo cual debe transformarse de alguna forma en un respiro, el ELN ordenó hace 2 semanas un cese al fuego unilateral a partir del 25 de mayo hasta el 3 de junio a lo largo del territorio, destinados a que “quienes deseen votar, lo hagan en tranquilidad”, según comunicó. Dicha tregua encierra la primera vuelta del 29 de mayo, sin embargo, por ahora los rebeldes no se han referido al ocasional balotaje para escoger al sustituto del mandatario Iván Duque, el 19 de junio.