Subdirector de La Razón
Los recientes hechos vergonzosos, – que han puesto en evidencia la crisis moral que envuelve a Pedro Pablo Kuczynski y a su aliado Kenji Fujimori, – han puesto en el tapete, como ocurrió en la década de los noventa, la transparencia de las instituciones públicas. Quiéranlo o no, este escándalo de compra de votos a cambio de evitar la vacancia presidencial ha afectado la credibilidad del Congreso y el Ejecutivo.
Las dos instituciones públicas, más allá de quienes lo presidan, deben recuperar su credibilidad, porque el no hacerlo generará un caldo de cultivo para la aparición de aventureros y caudillistas radicales, que aprovecharán este descrédito, para capturar el poder.
PPK debió renunciar hace mucho tiempo, su terquedad por aferrarse al poder con mocos y babas ha hundido al Perú en el desprestigio internacional. Hoy está claro que dinero de la corrupta Odebrecht fue a parar a unas de sus empresas, es decir se benefició. El estar implicado en compra de votos lo deja muy mal parado.
Es lamentable que PPK se va sin hacer un mea culpa, e insista en su terquedad de no quitarse la venda de los ojos y continúe con su tesis de que es víctima de un complot. ¿Algún asesor le habrá hecho ver de la gravedad de su situación y que en esos videos hay contenido penal?
Hoy le toca a el primer vicepresidente de la República, Martín Vizcarra, asumir con responsabilidad las riendas del país como la Constitución manda. Su primera tarea debe ser el de anunciar un gobierno de concertación nacional, donde gobierne con todos los partidos políticos.
Vizcarra debe iniciar ronda de conversaciones con los principales líderes políticos en aras de la gobernabilidad, un eventual adelanto de elecciones es alargar más la crisis política y paralizará la economía en el país.
Ante este terremoto político del escándalo de Odebrecht y los kenjivideos el país necesita que sus autoridades estén más unidas que nunca, para así evitar que sectores interesados en generar desestabilización busquen ganar a río revuelto.
Para nadie es un secreto que sectores radicales y extremistas buscan crear zozobra, agitando las masas, para capturar al poder, aprovechando el fuerte descrédito de nuestros gobernantes.
El Perú es más grande que sus problemas. Los partidos políticos tienen la enorme responsabilidad de recuperar la confianza y la moral en las instituciones públicas.