Por: Alter B. Himelfarb W. / Hemos querido decir, al final del artículo. anterior, que el alquiler de vientres o la inseminación artificial, se ha hecho al margen de Dios, si está enfocado para satisfacer el capricho de formar una «familia» o un «hogar», conformado por una pareja gay o por una pareja Lesbiana, o una «madre soltera» o un «padre soltero».
Encontramos en el Pentateuco, en Génesis, Cap. II, vers. 22 al 24. 22) «E hizo el Eterno Dios (de la) costilla que había tomado del hombre, una mujer y la trajo al hombre. 23) Y dijo el hombre: Esta vez es hueso de mis huesos y carne de mi carne; a ésta se llamará mujer, porque de hombre fue tomada ésta. 24) Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne».
De esta manera, queda conformada una pareja, la cual, -volviendo nuevamente al Pentateuco-, Génesis I, 28) «Y les bendijo Dios; y les dijo: Frucitificad y multiplicad y henchid la tierra».
La inseminación artificial, aparece desde 1462. Generalmente trataba más con animales (perros, caballos) que con personas. Desde entonces, se desarrolló exitosamente, hasta que a partir de 1950, se perfeccionó el proceso para aplicarlo sobre humanos.
Esto es, parejas -hombre y mujer- que por alguna circunstancia, no podían tener familia, digamos por esterilidad, uno de ellos o ambos, la ciencia ayudaba a que esa pareja -hombre y mujer- lo lograran.
Entonces, el dilema es la «lucha» entre lo que se puede y lo que se debe. La Ciencia es un conocimiento integral. La Ciencia no repara quién utilizará esos conocimientos. La Ciencia está para quien la necesite. Es pasiva, en ese sentido. Pongo un ejemplo, -no tan adecuado-, como analogía: Es como el desarrollo de un «cuchillo de cocina». Las amas de casa lo utilizan en la preparación de comidas. Pero alguien puede utilizarlo para asesinar, matar o despedazar a otro ser humano. No por eso, hay que dejar de fabricar cuchillos de cocina.
Ocurre algo semejante con esto de la inseminación. La ciencia está ahí. Cualquiera puede usarla para procrear y formar una familia de papá, mamá e hijos. Como también, equivocadamente, un hombre solo o una mujer sola, quieren ser «padres solteros». O dos gays, o dos lesbianas, quieren tener «sus» hijos. Obviamente que «lo pueden hacer», pero «no lo deberían hacer», y los gobiernos no deberían permitirlo, porque por más que ellos -los dos gays o las dos lesbianas, o el padre o madre soltera-, quieran presumir, que forman un hogar y una familia, no lo van a lograr., porque ese enlace, ese vínculo, nunca podrá convertirse en un símbolo familiar.
Por decirlo de otra manera, dos varones y un niño/a, o dos mujeres y un niño/a, o una mujer y niño, u hombre solo y niño, de ninguna manera forman un hogar y menos una familia.
Y al igual de lo que ocurre con el ejemplo del cuchillo, este «novedoso» formato de dos varones y un niño o dos damas y un niño, está ultrajando y «asesinando» el concepto de familia.
Hoy en día, estos personajes, van orondos, «felices» y «orgullosos», paseando a sus hijos porque «al fin, tienen «su familia». «Lo lograron», se dicen cariñosamente entre ellos, pero esperemos los resultados para los próximos años, cuando estos niños, sean adolescentes o adultos. Los resultados van a ser catastróficos, porque van a desordenar, a desorientar, a caotizar a la humanidad, mucho más de lo que ya está en estos momentos.
Porque hablando de «libertades», qué derecho, tienen los padres gay o las madres lesbianas, de estigmatizar a un niño, convirtiéndolo, -de por vida-, en hijo de padres gay o de madres lesbianas.
¿Quién defiende el derecho del niño a nacer o no nacer dentro de un ambiente no normal?
(*)Miembro A.I.E.L.C.
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