Por: Alter B. Himelfarb W. / Hace unos días, el 3 de Noviembre, «La Razón» publicó una nota referente a la «Placa de la Pioneer». Una Placa de Oro y Aluminio, que iba dentro de la sonda Pioneer, (una nave espacial, sin astronautas, sin tripulantes) enviada al Planeta Júpiter por la nasa. Y la mención se debe al dibujo en la nombrada «Placa»: Dos figuras humanas inspiradas en los dibujos del gran Leonardo da Vinci. La figura de un hombre y una mujer, una pareja, la pareja humana, a manera de representación de la raza humana. «That is», como dirían los anglosajones. «Eso es» la raza humana. No es más, que una mujer y un hombre. Lo demás son «cuchillos de cocina», que se destinan para otros usos. (ver art. III). Por otra parte, el 21 de octubre pasado, el papa Francisco dio a la luz pública un documento, no encíclica, ni algo del mismo tenor, bajo el nombre de «Francesco», en el cual, a título personal, dio su *visto bueno* o su aprobación particular, a la «unión civil» entre personas del mismo sexo, asegurando que «tienen derecho» a una familia.
Muy sutilmente, dice que: «las personas homosexuales tienen derecho a estar en familia, son hijos de Dios, tienen derecho a una familia. No se puede echar de la familia a nadie, ni hacer la vida imposible por eso». Más adelante señaló que «si una persona es gay y busca a dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?» el planteamiento anterior, citas del papa Francisco, son un pobre favor al mundo católico. Comencemos por el final: «¿Quién soy yo para juzgarla?». Es obvio, que el papa insiste en que su declaración es personal. No es la declaración de la iglesia. Probablemente, dentro de la apertura de la iglesia, está hoy en día permitido o tolerado que el Papa pueda expresar y dar a conocer su personal opinión, la cual por lo general no va de acuerdo con la iglesia, porque lógicamente, si acaso fuera una opinión igual a la de la iglesia, lo más sencillo y claro, sería atribuirle a la iglesia y no a él, esa -digamos- conclusión. «Si una persona es gay y busca a dios…». Nuevamente: la palabra de dios se opone a la relación homosexual, más a no al sujeto gay. Hasta aquí, el Papa Francisco, no se aparta del Pentateuco. Observemos que no declara, por ejemplo:
*Si una pareja es gay y busca a dios…, etc..* Muy sutilmente, repito, habla del sujeto, del individuo.
«No se puede echar de la familia a nadie…». Esto es también claro y correcto. Las familias no «echan a nadie» por ser gay. Aceptan al gay célibe. Lo que no aceptan es la existencia, la situación de hecho, de que el hijo de esa familia, tiene como esposa o esposo, a otro varón.
Habla y respalda la «unión civil», que como ya hemos comentado, no es una «partida de matrimonio», sino contrato de carácter civil y/o económico. Como decíamos, es un pobre favor a la comunidad católica, porque quiere dar a creer algo que no es realmente lo que quiere o no quiere decir, porque en el fondo no está haciendo apertura a que la iglesia acepta ya…(«por fin…al fin…») la relación homosexual. Está sencillamente, diciendo a título personal, lo que con toda razón hasta ahora la iglesia Católica ha dicho y mantenido: su oposición a las relaciones homosexuales. Muy sutilmente, desde luego, porque de otra manera, asunto tan trascendental, merecería una Encíclica. No decir una verdad completa, es decirla «incompleta», es un enredo, es un embuste.
(*) Miembro A.I.E.l.C.
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