Por Francisco Diez-Canseco Távara
La propuesta de diálogo sin condiciones formulada por Keiko Fujimori, a punto de ingresar a la prisión preventiva que le ha dictado el Juez Concepción, no pudo ser más inoportuna y carente de olfato político: el propio Presidente del Consejo de Ministros se ha dado el lujo de señalar, primero, que debe resolverse su situación jurídica y luego que es mejor esperar a que las aguas políticas estén más calmadas, probablemente después del referéndum.
¿Y el Perú dónde queda? Es obvio que en el cálculo palaciego priman los intereses de Vizcarra y su equipo antes que la solución inmediata de los problemas de gobernabilidad por los que atravesamos que generan un ruido y una inestabilidad absolutamente adversos para el desarrollo del país.
En el ajedrez que juegan hoy el régimen y la oposición fujimorista está claro que la ventaja la lleva hoy largamente Vizcarra gracias a sus enroques populistas y a un referéndum que, sin embargo, le va a costar caro una vez que la ciudadanía perciba sus nulas virtudes durante el presente período presidencial y la farsa de la sustitución del Consejo Nacional de la Magistratura por la Junta Nacional de Justicia con los mismos otorongos.
En el otro lado, no hay necesidad de hurgar en las conclusiones de la comisión Lava Jato que presidió Rosa María Bartra en el Congreso para colegir que le está lavando la cara a Keiko y a García Pérez obviamente asociados en el empeño de librarse de la pesadilla de Odebrecht, en lo cual hasta ahora parece tener más éxito García gracias a sus conexiones en el Ministerio Público y el Poder Judicial.
Todo lo cual es pura cosmética en un país que se desangra por obra y gracia de una subclase política horadada por la corrupción y que, por ignorancia y desinterés, sigue inmersa en sus propias contradicciones arrastrando en su parálisis al propio sistema democrático, impulsando el antisistema marxista y poniendo cada vez más en evidencia la necesidad imperiosa de una Revolución Pacífica.
¡Manos a la obra!