Miles de personas fueron testigos del atentado a las Torres Gemelas en la ciudad de Nueva York, 20 años después, muchos recuerdan aquella tragedia que cambió el mundo para siempre.
Por: Gianina Laredo
El 11 de septiembre de 2001 un avión se estrelló a las 8:46 de la mañana en la torre norte del World Trade Center de Nueva York. Los medios internacionales hablaban del supuesto accidente ocurrido en Estados Unidos, segundos después el segundo avión impactó la torre sur, no quedaba duda que se trataba de un ataque terrorista.
Casi veinte hombres secuestraron aviones comerciales que se dirigían a varios destinos de la costa oeste y los chocaron contra las Torres Gemelas en Nueva York, el Pentágono en Washington y uno cayó a las afueras de Pensilvania. En total, casi 3.000 personas murieron en los ataques terroristas encabezados por el líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden.
Las imágenes de personas corriendo mientras las torres colapsaban y los carteles de búsqueda de los desaparecidos, se han quedado grabados en nuestras mentes al ver las retransmisiones en directo en televisión.
Hoy, se cumplen 20 años, las heridas para los testigos y supervivientes aún siguen abiertas. Este un relato de uno de los testigos del atentado que cambió al mundo.
«Estaba estacionado con un amigo a una cuadra y media de las Torres Gemelas esperando a un compañero para subir al piso 94 a recoger unas herramientas del trabajo anterior», recuerda para La Razón Gerardo Nunez, un hombre que trabajaba en ese momento en un proyecto en la ciudad de Nueva York.
Eran las 8:40 a.m. Gerardo junto a su amigo, decidieron tomar un café mientras esperan afuera de la camioneta, cuando a las 8:46 a.m. cayó el primer avión en una de las Torres Gemelas del World Trad Center, un rascacielos de 110 pisos que llevaban tres décadas protagonizando el paisaje neoyorkino.
«Cuando cayó el primer avión, vimos que cayeron vidrios por todos lados. Mi amigo y yo creíamos que era una explosión del edificio debido a una falla de gas o vapor», comentó.
A las 09:03 a.m. escucharon una segunda explosión después de los 17 minutos del primer impacto en la primera torre. Ya que se encontraba estacionado cerca del lugar de los hechos, pudo presenciar en carne propia el pánico y la desesperación colectiva.
«Todo el mundo corría, era un caos, algunos decían que había ocurrido un accidente. Nosotros no sabíamos qué hacer porque teníamos que esperar a los otros trabajadores», señala con un semblante triste. «Cuando todo el mundo empezó a correr nos metimos a la camioneta después la policía empezó a sacar a todo el mundo del lugar, así que moví la camioneta, pero no pude ir tan lejos por la cantidad de gente en las calles», agregó.
Al escuchar las explosiones, Gerardo describe ese momento como «un trueno fantasmal», también que a consecuencia de ello «se vino una ola de humo y gases tóxicos, felizmente no me ocurrió nada, pero al voltear era un desastre total. Fue horrendo ver a la gente llorando en el piso y gente arrodillada debajo de los edificios.”
Cuando los paramédicos llegaron minutos después, Gerardo junto a su amigo trataron de evacuar del lugar siguiendo las indicaciones de los equipos de bomberos mientras trataban de evadir el humo. «Cuando la ciudad ya estaba controlada, nosotros caminamos hasta el puente de Manhattan hasta Brooklyn, salí de allá a las 09:10 a.m. y llegué a las 6:00 p.m. a mi casa«.
Durante el caos del trágico 11 de septiembre nadie podía ir a ningún lado ya que cerraron los puentes y subterráneos, no dejaban entrar ni salir a los ciudadanos hasta que las autoridades lograron controlar y organizar las evacuaciones en los puentes.
«Todos estaban en shock, para los que estuvieron cerca fue un martirio letal porque estuvieron expuestos a esos químicos, algunos tienen cáncer, otros han muerto tempranamente, los estragos siguen por esa barbaridad. Ese día perdimos a dos colegas que se encontraban en el piso 108, nunca los encontraron«, recuerda en la entrevista.
El 11 de septiembre ha marcado un antes y después en el mundo, la pesadilla sigue para decenas de supervivientes y víctimas directas e indirectas de una fecha que difícilmente será olvidada.