201 días después de su muerte Por : Dianne Minge.
Cotidiano en estos tiempos de elecciones internas y competencias partidarias, era tener, como interlocutor en los medios, a quien fuera Presidente del Perú en dos oportunidades y un partido próximo a cumplir 100 años: su nombre, Alan García Pérez. Ni su rostro, ni su locuacidad para explicar, casi siempre, la voluntad expresada en las ánforas de la militancia del partido de la estrella, cuando de designaciones parlamentaria se trataba. Esta vez, irónicamente, no hubo esa histórica disciplina, ecléctica y marcial, que Alan imponía en Alfonso Ugarte, la otrora grandísima avenida de los pañuelos blancos.Han transcurridos 201 días de la desaparición, de quien fuera el líder por más de 30 años del republicano partido aprista peruano. Y quién tuviera en jaque, a la gloria dirigencial post Haya de la Torre, y sumisa a los que nacieron a la vida política, sin el viejo fundador del APRA. Líderes sin techo se disputan hoy, las migajas que les dejara Alan García en el congreso que llevó su nombre. La proclamada «renovación sin corrupción», polarizada bajo la sombra de lo ya viejo conocido, en un extremo, a la cabeza con el alanismo institucional, y su fiel Guardián, Mauricio Mulder. Y en la puerta falsa, parroquianamente lo que queda del partido, con Jorge Castillo.Fue el corolario de lo que le espera al Perú, con una dirigencia renovada con las jóvenes promesas y con Mulder, Meche Cabanillas y Benigno Chirinos, en la conducción del viejo partido. Tan viejo cómo la conquista de la jornada de las 8 horas de trabajo, el voto a la mujer, y de los miles de apristas muertos por la libertad y la justicia social.Atrás quedaron los viejos apotegmas inculcados por Haya de la Torre. La célebre frase repetida por Víctor Raúl a sus compañeros de batalla, suena más resuelta que nunca a los oídos rebeldes: «los viejos a la tumba, los jóvenes a la acción».En tiempos en que el Perú se desangra por sus venas abiertas, y la corrupción con la política chicha, le hacen el trabajo sucio a la democracia representativa. Nada bueno le hizo a la juventud militante de la APRA, la consolidación del continuismo alanista, al mando del único partido con democracia participativa interna, que enfrente los desbarajustes de un país camino al Abismo.Los dos mundos por los que transitó en la vida republicana del Perú Haya de la Torre, nos recuerda la pulcritud ideológica, su vida austera, y su vocación de servicio por los más pobres, es también solo un viejo recuerdo. Nada que extrañar en las últimas elecciones domingueras de Alfonso Ugarte. Otroras multitudinarias manifestaciones democráticas, de júbilo, reencuentro y renovación partidarias, son solo otro viejo recuerdo.En estos días en que la «brisita bolivariana» se pasea el vecindario latinoamericano, se necesita urgente, un gigante continental que nos devuelva la alegría de confiar en la política y en la humanidad.
(*) Jurista y consultora política