Por: Luis Suarez Vargas
A siete meses y días de conmemorarse el Bicentenario de la Independencia Nacional, se ha producido por primera vez la elección histórica de una mujer, de la vocal suprema, Elvia Barrios Alvarado, como presidente del Poder Judicial para el período 2021- 2022.
Su elección por decisión mayoritaria, refleja sin duda, el ascenso de las mujeres a responsabilidades claves en la estructura del Estado, en base a méritos indiscutibles, para cumplir con el clamor ciudadano de muchísimos años, la necesidad de desarrollar un cambio estructural administrativo y jurisdiccional», pero reflejado en la realidad y no en discursos o cuadros estadísticos, que son fríos y de poca credibilidad, como suele enunciarse al inicio de la apertura del año judicial.
Ahora bien, la potestad de administrar justicia emana del pueblo y se ejerce a través del Poder Judicial, de sus órganos jerárquicos con arreglo a la Constitución y a las leyes, acorde con el primer párrafo del artículo 138 de nuestra Carta Magna.
En esta línea conceptual, considero que los magistrados en el ejercicio de sus funciones, también hacen docencia pública. Sin embargo, la justicia no llega al pueblo en forma oportuna, precisa y sencilla para que el justiciable entienda si tuvieron razón o no con sus pretensiones.
Resulta preocupante lo declarado por la electa presidente al revelar el embalsamiento de tres millones de expedientes a la espera de solución. La pregunta que cualquiera puede formularse ¿Por qué tanta lentitud en su trámite? y ¿Por qué no fueron atendidos oportunamente? El problema existente, no es de códigos ni leyes, es de personas y en este extremo la presidente deberá trabajar con su gabinete de asesores para cambiar la mentalidad de los magistrados.
Necesitamos medidas urgentes e inmediatas para revertir lo enunciado, los jueces en la actualidad gozan de una remuneración decorosa que le permite vivir dignamente; por cuya razón, tiene la obligación de trabajar a exclusividad al Poder Judicial y por estas circunstancias, olvidarse de las actividades académicas, publicaciones, docencia, etc.
El magistrado brinda un servicio público: impartir justicia. Y, para ser buen funcionario, se requiere tener dos cualidades innatas: «Sentido común y razonabilidad» dándole a cada justiciable lo que lo que corresponde, pues lo que sabemos es una gota de agua, lo que ignoramos es el océano.
Sugerimos, respetuosamente, a la presidente practicar la política de puertas abiertas y no cometer los mismos errores de sus antecesores, quienes se enclaustraron en sus oficinas y no supieron escuchar al afligido; tampoco a los magistrados cesantes y jubilados, no obstante nuestros pedidos.
El maestro y filósofo de la antigüedad Sócrates, nos dejó esta sabia enseñanza: «El buen Juez escucha con cortesía, responde sabiamente, pondera con prudencia y decide con imparcialidad». Esperemos que los jueces a escala nacional sigan estos lineamientos y actúen con mística.
Comprendemos la difícil situación y el momento que atraviesa el Poder Judicial. Sin embargo, no hay que temer y enfrentarse a este reto con mucha fe. Nuestra asociación estará vigilante y a su disposición.
(*) Presidente de la Asociación Nacional de Magistrados Cesantes y Jubilados del Poder Judicial
(*) La Dirección no se hace responsable por los artículos firmados.
