Hay historias familiares que no desearía uno mencionarlas en un Artículo de “Opinión”: Era 1957, al Sur-Oeste de Israel, colindando con la Franja de Gaza, en el Kibbutz (Granja Agrícola Comunitaria) KISSUFIM. En ésa época, la “desproporción” israelí era la frontera: una serie de pinos. Sin sensores electrónicos, ni globos con cámara de filmación, ni drones, ni equipos de seguridad, para seguir los pasos de los vecinos árabes gazatíes. El grupo terrorista “Hamás”, aún no existía en esos tiempos.
Jóvenes del Kibbutz, entrada la noche del 28 de Mayo, suspendieron su faena de arado para regresar a sus viviendas. Mientras, los árabes gazatíes amparados por la noche, se mantenían agazapados, estudiando pacientemente la rutina de trabajo de aquellos y esperaban el momento en que partieran a su campamento, para colocar en el punto de suspensión del arado, las minas subterráneas que acabarían con la vida de uno o algunos de los jóvenes miembros del Kibbutz.
Mientras unos se dedican “desproporcionadamente” al trabajo, a construir, éstos árabes gazatíes, solo tenían voluntad, perseverancia y planeación para destruir.
La zona que “desproporcionadamente” había quedado sola, sin vigilancia, había sido visitada por vecinos árabes gazatíes.
Al día siguiente, de madrugada los jóvenes regresaron al sitio donde habían suspendido, para continuar con su labor. Era, Mayo 29 de 1957, 28 de Iyar, en el calendario hebreo. Un joven que en unos días cumpliría sus 17 años, nacido en Barranquilla, Colombia, en 1940, al reiniciar su trabajo en el tractor, -5:30 am-, pisó una de las minas y por los aires volaron tractor y conductor. Sus compañeros de trabajo (León Segal de Chile, Abraham Meimis de Argentina) me decían que fue tanto el daño que Eliézer sufrió, que lo mejor para él, fue que Dios se lo llevara. Era mi hermano mayor.
Repito, era 1957. Apenas 10 años de la Declaración de Partición de la ONU y 9 de la Declaración de Independencia de Israel. Mientras los israelíes hacían patria, trabajando y creando, nuestros vecinos árabes gazatíes, hacían su patria, destruyendo.
Aún hoy en día, Israel sigue calificada como “desproporcionada”, porque a raíz de ese atentado y otros que de una u otra forma sucedieron por toda la geografía israelí, a lo largo de 70 años, Israel continúa desarrollándose, trabajando la tierra y creando tecnología para protegerse de éstos atentados terroristas. Mientras, los árabes gazatíes crecían en la miseria, sin propósitos de progreso, pero con el religioso mandato islámico de destruir, de arrasar y exterminar. En ese entonces, no había bloqueo de Israel a Gaza.
Hoy, la frontera entre el Kibbutz Kissoufim y Gaza, es “desproporcionadamente” más segura, a pesar de los túneles que los árabes gazatíes han construido, penetrando territorio israelí para proseguir con el ejemplo de sus padres de 1957: la destrucción.
Y lamentablemente, en estos días, de Mayo 2018, han muerto civiles y miembros de Hamas, -ya van más de 60-, a pesar de los volantes lanzados desde helicópteros israelíes, advirtiéndoles de no insistir en sus pretensiones de tumbar las cercas, so pena de sufrir la defensiva del Ejercito Israelí.
La Media y la ONU, se rasgan las vestiduras, vendiendo su cuota antisemita o anti-israelí, a costa de la defensa que Israel hace de sus fronteras. Si Israel en defensa propia, mató a un árabe, es el “notición” del día. Pero la Media y la ONU, callan que Siria está en guerra civil desde el 2011 y para combatir a los 250.000 rebeldes de distintas facciones, ha tenido que asesinar a más de 500.000 personas, entre niños, mujeres y ancianos. Ha causado 1’000.000 de heridos, algunos atendidos por Israel en clínicas de campaña ubicadas en las alturas del Golán y lo más devastador, los 14’000.000 de desplazados que se han visto obligados a desarraigarse de su Madre Patria y de sus muertos.
Ese es el islamismo, cero solidaridad con su propia gente, con la gente de su credo. ¿Cómo es que los 50’000.000 de musulmanes que se han tomado pacíficamente a Europa, no están más bien en tierras de Arabia, donde credo, costumbres y régimen alimenticio les es común?
El único oxígeno que ellos necesitan para vivir, es el de la destrucción. Mientras, Israel sigue siendo el “Malo de la Película”.