Erradicar la corrupción escandalosa

por | Jul 13, 2018 | Opinión

SERGIO TAPIA T.

La persona humana, es un ser capaz de coronarse en el mayor acto de heroísmo y de santidad, como también es capaz de la peor bajeza y doblez: Como lo es abortar al hijo, asesinar a los padres o al cónyuge, robar al pariente, traicionar la amistad, ilegitimarse en la función pública o corromperse en el vicio.

Donde existan seres humanos, el mal será practicado por algunos, no será posible erradicarlo completamente. Pero, también, el bien y lo bueno destellará en nuestros cotidianos horizontes. Pues, el hombre, es un ser capaz de portar valores, de inspirar sus acciones en los valores y de sujetar su conducta a los valores.

El mal no se erradica, sin generar toda una transformación en la persona afectada por el mal, infectada por él. La capacidad de regenerarse, de modificar la mala conducta, de elevarse de la bajeza, de enmendarse de la corrupta senda del error y del mal. Es la conclusión de lo malo.

No nos debe extrañar que el mal haya sido descubierto en nuestros gobernantes y en los altos funcionarios del Estado. Que no nos extrañe que nuestros jueces sean más forajidos que los delincuentes, que nuestras guías para educar escolares contengan error, ignorancia y maldad, y en general que quienes ejercen tutela sobre los derechos de los otros sean tan canallas y tan estafadores y de tan malvado proceder.

El trigo y la cizaña “el falso trigo”, botánicamente, son plantas muy parecidas. Pero, la cizaña no tiene ninguna utilidad, sus granos son tóxicos para el consumo humano. Pero hay que tener cuidado en no desarraigar el trigo, lo bueno. Y, hay que evitar cosechar la cizaña.

En el ciclo del desarrollo de las sociedades, hay épocas de generación de héroes, santos y personas de gran valía y valor. Y, otras épocas de sobreexposición de la maldad encarnada, del contagio de la perversidad y del escándalo que es cuando el mal ejemplo cunde y contagia.

Hoy en día padecemos una hiperinflación de anti modelos, en todas partes del globo terráqueo. La ONU es un nido de la subversión moral; la Corte Interamericana es el anti testimonio del valor justicia; en el Perú carecemos de clase política virtuosa y el liderazgo tiene pies de barro. La función pública ha sido degradada para que el funcionario se sirva de las oportunidades y ventajas que puede extraerle al cargo; ya no es actitud de servicio.

Estamos en presencia de las excretas de una gravísima crisis moral, que afecta en gran proporción a los responsables de la conducción del Estado, y en general a quienes ejercen autoridad.

Con autoridad corrupta es difícil erradicar a los que se han corrompido ejerciendo cargos públicos.

Hoy, más que nunca, es exigible la transformación del Estado, con políticas públicas diáfanas y mediante el ejercicio de la gobernabilidad eficaz.

Quizá ha llegado la hora de licenciar, a todos o a muchísimos. Total, en el Estado peruano no hay carrera pública de mérito, salvo las escasas excepciones de las FFAA, la PNP y el servicio diplomático.


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