Por: Jorge B. Hugo Álvarez
La economía alejada de la moral es inmoral. De suyo el resultado es valorar al ser humano en función a su riqueza y/o acumulación de propiedades. Eso explica por qué el empresario tramposo acumulando riquezas se torna desdeñoso, racista y hasta discriminador. He allí, el rasgo más caracterizado de esas narices respingadas. Son fascistas terruqueando todo el tiempo.
Si la riqueza fuera obra de un trabajo honesto, le debemos respeto y fomento. Más si acaso lo es, por obra de corrupción o privilegios arbitrarios concedidas por el Estado, es materia de confiscación. Es inaceptable que una élite empresarial corrupta se enriquezca bajo una suerte de contactos con el poder político. Es inmoral utilizar los privilegios que de ellas se puedan obtener.
Por eso concentrar el poder económico y político en pocas manos es perversa, porque incrementen la desigualdad y la pobreza al poner condiciones desiguales de oportunidad de acceso a la riqueza. La libertad económica y el trabajo honesto es fuente de riqueza cuando las reglas son justas para todos. Es lamentable que el favoritismo económico y político se halla institucionalizado como resultado de la corrupción.
Existen empresarios ricos que acumulan riquezas por sus esfuerzos, respetando las reglas libres de una economía social de mercado; eso es bueno. Pero, sucede que los patrañeros nos han contado una historia llena de mentiras y falacias con el fin de hacer aceptables proyectos políticos e ideológicos que buscan concentrar el poder en pocas manos para enriquecer a diversos grupos de interés con prácticas corruptas.
Entonces, no es la criatura engatusada, oprimida quien ahoga sus penas en la esperanza de un redentor socialista, sino el imberbe fundamentalista. Ellos los alimentan con la penumbra del odio y la división, porque sus actos se alejan de las reglas sanas de una economía social de mercado.
¿La riqueza del rico es la causa de la pobreza del ciudadano? Sí, cuando es excluyente. Es decir, vía corrupción nos excluyen del acceso a la riqueza. Un claro ejemplo de lo indicado es el Club de los Constructores, Odebrecht, Estado, construyeron una Alianza perversa de empresarios, políticos y gobernantes que acumulaban fortunas bajo la dupla: Obras-corrupción. Entonces la libertad económica no funciona sino es, en igualdad de oportunidades para todos.
El emprendedor o emergente se torna dinámico y proactivo en ausencia de privilegios arbitrarios entregados a grupos de interés por corrupción. La riqueza no sólo está bajo tierra, también está en el ingenio y el valor real de las instituciones.
El capitalismo excesivamente individualista es perverso. Alimenta el egoísmo, castra la solidaridad. El libre comercio en condiciones de igualdad de oportunidades beneficia a todos. Entonces, no podemos ser un país pobre de ideas e instituciones que nos garanticen el libre acceso a la riqueza.
Una última reflexión: ¿Qué libertad de prensa es esa, que concentra, uniformiza, desinforma, manipulando la conciencia social? El sistema no puede excluir el derecho del ciudadano a la información objetiva y contrastada, bajo reglas de la veracidad.
(*) Abogado penalista y analista político.