La ciudadanía en general es testigo de que en las últimas semanas hubo un clima de gran irritabilidad de la población en general, por la presencia en el gabinete ministerial del Presidente Castillo, de Iber Maraví como ministro de trabajo, por carecer de perfil adecuado para el cargo y sus responsabilidades, así como por pasivos que no repetiré por innecesario.
El primer mandatario de la Nación sorprendió a tirios y troyanos, al cambiar no solamente al cuestionado ministro de trabajo, sino que cambió al gabinete en pleno, sustituyendo al presidente del Consejo de Ministros Guido Bellido por la señora Mirtha Vásquez, quien en el gobierno transitorio de Pedro Sagasti estuvo encargada de la presidencia del Congreso de la República. Algunos de los ministros del gabinete Bellido volvieron a juramentar sus cargos junto a la incorporación de los nuevos.
La sorpresa fue porque el Presidente Castillo, calladito por cierto y sin anestesia hizo los cambios, algunos muy reclamados pero que aparentemente continuarían en los cargos pese a haber hecho enormes méritos para ser licenciados. Aprovechó el reclamo por el ministro de trabajo y se deshizo de varios, aunque no todos convenientes, como el despacho de Educación.
Con la acción inesperada del presidente de la República, muchos cayeron en cuenta que el profesor Castillo lejos de ser persona carente de reflejos y sin mayores conocimientos, es persona con experiencia sindical, que puede actuar con astucia y con la diligencia debida.
Más aún, con la decisión de Pedro Castillo se evitó, por lo menos por ahora, una colisión de trenes, como la que se venía venir entre el Congreso de la República y el Poder Ejecutivo, puesto que el primero pretendía censurar al hoy separado ministro de trabajo y el segundo pretendía preparar presentaciones de cuestión de confianza para disolver al Parlamento.
El nombramiento de la señora Vásquez al mal llamado “premierato”, fue también atinada, pues a diferencia de su antecesor tiene buenas formas y modales, como lo demostró en sus meses de actuación como presidenta del Congreso y sus expresiones conciliadoras para entenderse con el actual Poder Legislativo.
Las decisiones y acciones que hemos relatado ya han tenido consecuencias positivas, como la reducción del valor del dólar, la disminución de la irritabilidad de las gentes, mejor ánimo de concertación entre el Ejecutivo y el Legislativo.
Empero hay sectores que, sin haber esperado la presentación del gabinete ministerial ante el Congreso y su pedido de confianza, adelantan que ella no debería darse, a lo que deberíamos expresar que, antes de tomar posición, lo lógico y prudente es escuchar al gabinete y luego decidir.
Lo expuesto no significa bajar la guardia, pues hay que estar atentos a las pretensiones gubernamentales, pues es harto conocida la estrategia de “un paso atrás y dos adelante”, que ojalá no se dé y que todos podamos construir un futuro mejor para todos los peruanos, con las normas constitucionales que ya tenemos y con respeto a las reglas de la economía social de mercado.