Por: Javier Valle- Riestra / Los siete presidentes del Perú

por | Dic 29, 2021 | Opinión

Nadie confía en el Perú, ni en el sujeto que ocupa palacio como “Presidente”. Sus posiciones son extremistas en el disparate, hay que tener cuidado con él porque puede fomentar el divisionismo; ya lo dijo hace meses, cuando proponía un corredor territorial para Bolivia; puede volver sobre esa temática en cualquier momento. La demagogia y la orfandad de ideas lo pueden llevar a eso.  Por ello, quiero hablar ahora de antecedentes en el Perú del siglo XIX, en que se llegó a construir el Estado Nor-peruano, el Estado Sur-peruano y el Estado boliviano.

II

¿Cómo comenzó ese divisionismo? La Constitución de 1828 decía que el Perú como Nación no puede ser patrimonio de personas ni familia alguna, ni admite con otro Estado unión o federación que se oponga a su independencia. En cambio, la Constitución de 1834 repetía que la Nación no puede ser patrimonio de persona ni familia, pero no reiteraba la prohibición referida a la unión o federación con otro Estado. Esa omisión no fue casual. Estaba en los planes de Santa Cruz y Orbegoso optar por una confederación del Perú y Bolivia.

 

En Sicuani, marzo de 1836, se reunieron representantes de los departamentos de Arequipa, Ayacucho, Cuzco y Puno, en esa asamblea se acuerda la creación del Estado Sur-peruano. Aprueba federarlo con el Estado Nor-peruano y con Bolivia. Esa Asamblea, también fijó moneda, bandera y escudo propios del nuevo Estado; nombra como Protector a Santa Cruz. El mismo título le otorgó Bolivia (Tapacari, junio de 1836). Hizo lo propio la Asamblea del Estado Nor-peruano (Huaura, agosto de 1836). Los tres gobiernos de los tres Estados enviaron plenipotenciarios a Tacna, para suscribir el pacto federal en 1837.

El Pacto de Tacna, como recuerda Basadre, se firmó sin debate por los emisarios de los tres gobiernos (Tacna, 1° de mayo de 1837). Pareció la culminación de los planes políticos de Santa Cruz. Ese pacto erigió la Confederación Perú-boliviana “en el propósito, de estrechar los vínculos de amistad que han existido entre ellas”. Su bandera debía ser punzó, roja, con los escudos de las tres repúblicas entrelazadas por un laurel. Cada una tendría su gobierno propio, pero sometidas a la autoridad del gobierno general presidida por el Protector Santa Cruz (cfr. Basadre: “Historia de la República del Perú”, Tomo I, p. 391. Lima, 1961). No habían pasado ni dos décadas de la independencia y tuvimos la primera guerra declarada por Chile contra la Confederación Perú-boliviana.

III

Como lo dije anteriormente, en plena guerra con Chile, tuvimos siete personas que reclamaron simultáneamente la jefatura del Estado; corría el año 1838: el protector Santa Cruz; el flamante presidente Gamarra; Orbegoso como presidente del Estado Nor-peruano; Riva Agüero como nuevo presidente de ese mismo Estado norteño; Pio Tristán como presidente del Estado Sur-peruano; el general Nieto con despachos de Jefe supremo, extendidos por Orbegoso; y el general Vidal que se pronunció en Huaraz.

 

Las repúblicas Sur y Nor peruanas, nacidas en marzo y agosto de 1836, respectivamente, se extinguieron al disolverse la Confederación Perú-boliviana, pero tuvieron presidentes provisorios sucesivamente. Del Estado Sur-peruano, Tristán y el general Ramón Herrera (chileno de nacimiento); del Estado Nor-peruano, Orbegoso; luego se encargó el mando a un Consejo de ministros, después, nuevamente, Orbegoso a quien Santa Cruz lo destituyó para nombrar al mariscal José de la Riva Agüero. Independizado de Santa Cruz, en julio de 1838 Orbegoso continuó como presidente del Estado Nor-peruano, pero separado del resto del Perú. Como señala Basadre: “Así, la República Sud-peruana combatió, al lado de Bolivia, contra la Nor-peruana”.

IV

El Perú como Nación, históricamente, es uno e indivisible. Bolívar, libertario, tuvo el sueño de unificar al Perú dentro de los andes; no prosperó; Santa Cruz, de pensamiento napoleónico, intentó recuperar la unidad del Tahuantisuyo pero fracasó en la Confederación con Bolivia. Ambos fueron caudillos de otro tiempo y mentes claras. Hoy somos una República democrática, social, independiente y soberana. Pero, sobre todo, un Estado unitario e indivisible (Art. 43 Constitución).

 

El divisionismo que proponen los castillistas es auspiciar la anarquía que hemos visto en nuestra historia. Repetirla hoy es suicidio.

 

(*) Jurista, exconstituyente, ex diputado y exsenador de la República,


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