“No soy ningún salvador” dijo Massa en su integración al gabinete ministerial argentino.
La llegada al Gabinete de Sergio Massa, socio minoritario de la coalición oficialista, dio un poco de oxígeno a una administración atribulada por la crisis. El mandatario, Alberto Fernández, recibió este viernes en la residencia de Olivos al nuevo ministro de Economía y destacó su “visión, capacidad y experiencia”. Massa es un peronista de paladar negro que a sus 50 años ha sobrevivido a mil batallas, entre ellas al kirchnerismo.
Ahora llega como la última carta de Fernández contra la debacle económica que devasta el territorio. Massa puso como condición que le cediesen el control total de la economía al frente de una cartera que absorverá las de Producción y Agricultura. Tras su junta con el mandatario, prometió ofrecer a la administración lo cual estima que falta en la Casa Rosada: “Orden, coordinación y planificación”. Advirtió, no obstante, que no se estima “ningún salvador”.
Massa era hasta ahora mandatario de la Cámara de Diputados. El martes que viene, en una sesión particular, sus pares le aceptarán la renuncia. Aquel mismo día jurará como ministro, nombrará a su equipo y se tomará 24 horas para exponer “un grupo de medidas económicas”, según lo cual prometió este viernes. “Les pido que me deje laborar a lo largo del fin de semana”, repitió constantemente frente a los periodistas que a lo largo de todo el día lo siguieron por Buenos Aires como si fuese una estrella.
En su periplo por la urbe se juntó con el mandatario, pasó a ver al ministro saliente de Producción, Daniel Scioli (quien perdió su cargo pues su cartera se fusionará con Economía) y se refugió después en las oficinas del centro de la ciudad más importante a partir de donde se arrojó 2 veces a la presidencia.
De la noche a la mañana, cada una de las miradas permanecen puestas en Massa. Lo mira Fernández, que le ha cedido, bastante a su pesar, el destino de su gobierno. Y lo mira Cristina Fernández de Kirchner, que espera, y requiere, que la tormenta financiera amaine para tener una vaga posibilidad de éxito en las en general de 2023. Y además lo mira el mercado, que confía en que una más grande coordinación política y, más que nada, la ayuda del resto de los aliados de la coalición permita mantener en la era el proyecto de ajuste fiscal al que se ha comprometido Argentina frente a el Fondo Monetario Internacional.