La Guerra Fría –conflicto político, económico y militar entre Estados Unidos y la Unión Soviética, luego de la Segunda Guerra Mundial (1945)– polarizó al mundo. Ambos bandos buscaban aliados y, en medio de esa rivalidad, Estados Unidos creó la OTAN, como estrategia de defensa colectiva; y los Soviéticos respondieron, en 1955, con el Pacto de Varsovia.
La rivalidad ideológica entre el capitalismo norteamericano y el comunismo soviético generó tensiones constantes: carrera armamentista, espionaje, propaganda y conflictos regionales en todo el mundo, especialmente en América Latina, Asia y África. Pero la caída del Muro de Berlín en 1989 y la disolución de la Unión Soviética en 1991 transformaron el mapa político mundial. El fracaso del sistema comunista dejó el campo abierto al liberalismo.
Aunque no hubo una guerra abierta entre Estados Unidos y los Soviéticos, se produjeron enfrentamientos indirectos en todo el mundo, como la Guerra de Corea y Vietnam. Pero años más tarde, seis de las ocho naciones soviéticas pasaron a formar parte de la OTAN: Polonia, Hungría y República Checa en 1999; Bulgaria, Rumania y Eslovaquia en 2004. Hoy son 30 países los que conforman la OTAN. Pero la Unión Soviética ya había expandido su influencia en América Latina, Asia y África.
En 1990, ante la inminente desintegración soviética, se crea el Foro de Sao Paulo, con partidos y movimientos de izquierda que buscaban la forma de recuperar influencia en la escena política. A este foro fueron convocados el Partido de los Trabajadores de Brasil y 48 organizaciones de izquierda, liderados por Cuba, único país que ejercía el poder con Fidel Castro como presidente.
Recordemos que el 1 de enero de 1959 la revolución cubana tomó el poder, pero un dato importante es que el 23 de enero del mismo año Fidel Castro voló a Venezuela, reuniéndose con el presidente electo Rómulo Betancourt, a quien solicitó 300 millones para “el plan maestro contra los gringos”. Betancourt se negó, expresando que rechazaba el comunismo que años antes había profesado, lo que significó una afrenta que Castro nunca perdonó. Desde esos tiempos Venezuela se convirtió en una obsesión para Castro.
La historia de Cuba continúa con los movimientos guerrilleros o Ejércitos de Liberación Nacional (ELN), que exporta a todo Latinoamérica y el Caribe durante décadas. Pero respecto a Venezuela, no queda claro el momento en el que Fidel Castro inicia su relación con Hugo Chávez. Lo cierto es que tan pronto Chávez sale de prisión, tras la amnistía luego del fallido golpe de Estado en Venezuela de 1992, viaja a Cuba y que es Nicolás Maduro el vínculo entre ambos, incluso durante su presidio.
Hugo Chávez fue el primer presidente de izquierda que llegó al poder en varias décadas, convertido en líder activista del Foro de Sao Paulo desde 1998; por muchos señalado como la “billetera de la marea roja” ya que financió las campañas políticas de presidentes que gobernaron durante la primera década del siglo XXI.
Hugo Chávez hace posible la expansión del Foro de Sao Paulo y el Socialismo del Siglo XXI gracias a sus importantes aportes económicos. Pero hoy parece que, sin esa colaboración, el Foro de Sao Paulo estuviera perdiendo la cohesión necesaria para lograr sus principales ideales: la autodeterminación de los pueblos, la integración regional y la lucha antiimperialista.
Lo que hoy vemos son más países aliados con esta agenda que solo ha traído pobreza, éxodos y manifestaciones masivas de descontento. Brasil, importante líder de este movimiento, no muestra una posición tan firme como en otros tiempos. Sin Fidel, Cuba va perdiendo poder y ninguno de los presidentes de izquierda de turno muestra un perfil de liderazgo. Tendremos que ver qué marea llegará luego de esta última que parece tornarse rosa. De cualquier forma, esa guerra fría con nuevos ingredientes parece continuar.
