Si bien nuestro querido Perú es un país mestizo, pues en su seno se han integrado desde las etnias nativas como son la quechua y la aimara, hasta las que llegaron de otros continentes, principalmente la española, la china y la japonesa entre otras, se nota que hay mucho resentimiento en la población del Ande.
En lo que se refiere a las etnias originarias de la selva, el mestizaje es menor puesto que incluso hay poblaciones no contactadas, por lo cual en esta breve columna no nos referiremos a ellas.
El resentimiento de la población andina, mayoritariamente quechua y aimara, se debe a que sienten que son postergados. Perciben que viviendo en la sierra peruana de donde se extraen los minerales, que son fuente ingresos económicos y tributarios importantes, por su exportación, a ellos no les significa mayor bienestar. Esto último bastante relativo pues en las explotaciones de gran envergadura, la elevación de los niveles de vida de las zonas circundantes a los emprendimientos mineros es significativa.
Las poblaciones a las que nos referimos pretenden que desde la capital de la República y especialmente desde el gobierno central, se le resuelvan todos sus problemas, pese a que ostentan gobiernos regionales y municipales, lamentablemente poco eficientes, que pese a contar con ingentes recursos tributarios por el canon minero, ni siquiera lo saben invertir, devolviendo muchas veces crecidos saldos al erario nacional.
Evidentemente, el tener malos gobiernos regionales y municipales, con algunas honrosas excepciones, no es algo que evidencien los pobladores andinos, que tienen responsabilidad en ello por no saber elegir correctamente.
Bueno pues, así las cosas, desde hace un buen tiempo la población andina, no toda por cierto, efectúa actos de protesta que muchas veces se tornan violentos y vandálicos, pues su resentimiento los hace ser receptivos a quienes quieren como se dice “incendiar la pradera”, generar el caos en el país y afectar la paz y la tranquilidad pública, para lo cual los incitan a la violencia, se mimetizan en las manifestaciones de protesta y son los responsables de los muertos y heridos en las confrontaciones con las fuerzas del orden, así como de la destrucción de bienes públicos como privados.
Algo que se puede hacer muy rápido para comenzar a restañar el resentimiento andino, podría ser su inclusión en el mundo digital. Como sabemos para la comunicación digital que hoy en día es indispensable para todo, ni el quechua ni el aimara tienen vocablos para ello, lo que origina que los quechua y aimara hablantes, como única lengua -y son millones- estén postergados y en desventaja notoria con los que si manejan los vocablos ténicos.
Bastaría para lo señalado que el Congreso apruebe la ley correspondiente, cuyo proyecto sigue sin ser visto, o que ello se haga desde el Ejecutivo con norma de menor rango, pero con igual eficacia, aunque lamentablemente en el Ministerio de Educación, sigan dándole vueltas al tema, con más informes y comisiones, con olvido que cuando los asuntos van a comisiones, hay mucha posibilidad que sea su partida de defunción.