Estamos admirados del avance científico y tecnológico de la humanidad, nunca hubiéramos pensado que hoy con la rapidez de los aviones, estamos a horas de cualquier lugar del planeta, que las facilidades carreteras nos permiten trasladarnos en menos tiempo y más seguro, que en pocas semanas se pueden hacer hospitales temporales, como lo hiciera EsSalud en la pandemia, que en pocas décadas hemos pasado del teléfono con manizuela manejado por operadoras a la telefonía celular que de suyo es tener una computadora en la mano, o como las antiguas radiolas se han sustituido por un aparatito diminuto llamado Alexa en que le dices lo que quieres oír y al instante lo escuchas. El solo pensar que pudieren existir vehículos eléctricos era un sueño hoy convertido en realidad. Nadie podía imaginar que la lectura de libros pudiese hacerse en un ordenador y , así podríamos seguir y seguir.
Sin embargo, no todo es progreso, pues existe desvergüenza ante el delito, la permisibilidad ante el crimen lejos de bajar ha subido, la administración de la justicia solo de nombre, la religiosidad en retroceso y en cuanto a educación, si bien hay avance de conocimientos hay retroceso en formación humana y moral. No sigo para no deprimir a los respetables lectores.
Con toda razón se preguntarán ¿a qué viene todo lo dicho? y la respuesta es bastante simple, pues “sapeando” los programas televisivos me encontré con la trasmisión de los premios Grammy, con los que se destaca lo que se supone es lo mejor de la música.
Bueno pues, el escenario de la premiación y los juegos de luces, francamente impresionantes en sentido positivo, pero lo negativo fue más impresionante aún. Vimos melenas de algunos artistas que más parecían madrigueras de bichos raros, algunos caballeros vestidos quizás para ir a una piscina, pero no a una premiación, otros con ropajes alucinantes por la fealdad y el esnobismo, buscando por supuesto llamar la atención, ¡y vaya si lo lograron! puesto que algunos llevaban sombreros en lugar techado y viseras donde no había sol.
Artistas del género femenino, era difícil advertir si estaban vestidas o desvestidas, pues la poca tela que llevaban sobre la piel, era posible que alguito les cubriera, pero era más destacable lo que insinuaba la pequeña pero arrogante prenda, que quizás pudiere llevar a los organizadores del evento anual, a crear el premio al mal gusto, aunque quienes lleven las diminutas prendas lo llamen “glamour”.
Si los lectores creen que lo expuesto no es para tanto, le agregamos que vimos a varias damas con cabelleras con colores inverosímiles y las caras más pintadas que algunos grafitis de barrios populares. Muchas, más que evidente, habían pasado por el quirófano, algunas para reducir medidas, otras para engrosarlas. Quizás conozca de ello algún parlamentario peruano, experto en la materia y con buen gusto.
Por supuesto nos queda la duda si las damas estaban en la playa o en un evento cultural y si los varones estaban en el circo o en el teatro, pero si debemos para ser justos decir que había tanto damas como caballeros, adecuadamente vestidos para la ocasión, pero eran los menos. Algo parecido se constató en la premiación de los Emmy.
Termino diciendo que si lo que vimos es progreso, ¡El Altísimo nos ampare!
