Pretende culpar al Sodalicio y no a quienes delinquieron
Haciendo el juego a Pedro Salinas, a la izquierda caviar y sumándose al carga montón contra una institución de la Iglesia Católica, el cardenal Pedro Barreto buscó incendiar la pradera al pedir la disolución del Sodalicio.
“Personalmente pienso que cuando una organización religiosa ha delinquido –porque hay que decirlo así- desde el punto de vista de abusos sexuales y económicamente; pues, hay que disolverla”, dijo sorprendentemente el cardenal.
Con esta declaración Barreto pretende atribuir responsabilidades personales a una institución desconociendo que los delitos e imputaciones son actos individuales. Queda claro que una organización no delinque, sino que son las personas naturales las responsables de sus actos y quienes tendrán que asumir las consecuencias de estos, si es que la justicia los encuentran culpables.
Paradojicamente, tal como lo señaló el periodista en Uri Ben Schmuel en una reciente columna de su autoría, el Cardenal Barreto parece no usar el mismo criterio para los casos. Cabe señalar que la Compañía de Jesús, organización religiosa a la que perteneció el obispo Barreto hasta ser nombrado obispo, reconoció que cerca de 100 miembros de sus filas cometieron abusos sexuales en poblaciones alejadas de los Estados Unidos y, por ello, tuvieron que pagar cifras millonarias en indemnizaciones. Y a pesar de ello, a nadie se le ocurrió pedir disolución de la misma.
“En marzo de 2011 la BBC informó que la orden religiosa de jesuitas en Estados Unidos acordó pagar US$166 millones a cerca de 500 víctimas de abusos sexuales y psicológicos. Entonces, el Cardenal Barreto diría: Yo, pienso: cuando una organización religiosa (en este caso hipotético, la Compañía de Jesús) ha delinquido, desde el punto de vista de abusos sexuales y económica, en las que hay también problemas, hay que disolverla. Un simple ejercicio de lógica llevaría la conclusión de que, en la lógica del Cardenal Barreto, hay que disolver a la Compañía de Jesús. El absurdo se prolonga al infinito si es que aplicamos la misma lógica del Cardenal Barreto, a otra institución religiosa: la Iglesia Católica. Y así podríamos seguir”, dijo en su columna de opinión Ben Schmuel.