Por: Ricardo Sánchez Serra
Había mucha expectativa en la opinión pública mundial sobre la liberación en Turquía de miles de personas de las cárceles para evitar se contagien del virus chino Covid-19.
Pero causó absoluta decepción la decisión del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan y su mayoría congresal del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), de otorgar la amnistía a cerca de cien mil detenidos, entre los que se encuentran mafiosos, homicidas y en general delincuentes de alta peligrosidad.
Sin embargo, más de 50 000 presos políticos, entre los que se encuentran ancianos, mujeres y niños, fueron ignorados.
Según cuenta el periódico alemán, Berliner Zetung, al final del debate en el Parlamento, se incluyó una disposición para negar la amnistía a los que habían cometido “crímenes contra el servicio secreto” y que estaba directamente dirigido a seis periodistas arrestados por informar sobre la muerte de un militar en Libia.
Al respecto, el editor general de la plataforma ODA TV señaló: «Si hubiera usado un cuchillo en lugar de una pluma, habría sido puesto en libertad».
Las cárceles turcas están atiborradas por las persecuciones a los opositores políticos en las que se incluye, además de periodistas, a maestros, abogados, catedráticos, defensores de derechos humanos, jueces, alcaldes, excongresistas y miembros del movimiento cultural y pacifista Hizmet.
En las prisiones ya se han dado casos de contagiados por el virus chino y hasta muertos. De acuerdo a Human Right Watch son nauseabundas, y los reclusos se encuentran en estado infrahumano.
Los presos políticos están condenados a muerte por el virus chino. Esta es la sentencia del vengativo Erdogan, un sátrapa violador de los derechos humanos que incluso pretendió chantajear a Europa en el tema de los refugiados,
*Analista internacional
